La productividad es un término bastante sencillo de comprender a nivel básico. En cambio, es increíblemente complejo cuando hablamos en términos macroeconómicos de un país o, más aún, de un conjunto de países con políticas económicas y laborales distintas como es Europa.
Ambos bloques deben competir en el escenario económico global, por lo que las comparaciones son obligadas. En esa comparativa, Estados Unidos lleva 20 años ganando la batalla de la productividad, sin que Europa sea capaz de recortar distancias. Nos hemos preguntado los motivos por los que existe esa diferencia y cómo Estados Unidos ha conseguido mantener el ritmo de productividad al alza, mientras que Europa no solo no consigue mantenerlo, sino que apunta a la baja.
La productividad por hora trabajada: producir más en menos tiempo. El concepto de productividad por hora trabajada es relativamente sencillo de entender. Se basa en dividir el número de artículos que se han producido, entre el número de horas que se han trabajado.
Si en una jornada de 8 horas un empleado fabrica 10.000 tornillos, su productividad será de 1.250 tornillos por hora. Si el empleado hace esos mismos 10.000 tornillos en una jornada de seis horas, su productividad será de 1.666,6 tornillos por hora (es más productivo). Sin embargo, si fabrica 8.000 tornillos en esas ocho horas, su productividad habrá caído a 1.000 tornillos por hora, por lo que ya no es tan competitivo.
Cuando hablamos de países, el tema es más complejo. Cuando este concepto se traslada a términos macroeconómicos, el tema se complica. El indicador que se usa para calcular la productividad es el PIB (producto interior bruto) y ahí entran en juego muchos factores. Ya no depende solo de cuantos tornillos es capaz de fabricar un empleado, sino que también se tiene en cuenta si la máquina que los fabrica es eficiente; si la fábrica tiene solo un turno o varios; incluso el precio de la energía necesaria para que la máquina funcione.
Aquí entran en juego políticas fiscales para incentivar la inversión, del mercado laboral, e incluso la diferencia en el cambio euro-dólar. Todo ello en un delicado equilibrio que, durante dos décadas, ha tenido mejores resultados en Estados Unidos que en Europa.
Un estudio de CaixaBank muestra, en términos porcentuales y comparativos, la productividad por hora trabajada en la zona euro, Reino Unido y EEUU en las últimas dos décadas. En él se aprecia la tendencia de crecimiento de EEUU con respecto a Europa y la enorme brecha que se ha creado entre ambos bloques. Desde 2019, la productividad en EEUU ha crecido más del 8,4%, mientras que en la zona euro apenas lo ha hecho el 1%, como apuntan desde la Fundación BBVA.
La respuesta fácil: en EEUU se trabaja más. Esta es la respuesta más espontánea y habitual. Si bien es cierto que las jornadas en Estados unidos son más largas, la diferencia no es tan significativa como para abrir una brecha tan grande solo por ese motivo, pero todo suma. Según datos de la OCDE de 2022, la media europea en horas trabajadas es de 1.570 horas anuales, frente a las 1.810 horas de Estados Unidos.
En este punto influyen otros factores como un mayor envejecimiento de la población europea. También lo hacen las políticas laborales más proteccionistas que se han aplicado en Europa, frente a un mercado laboral menos regulado de Estados Unidos. Esto se hizo especialmente notable en las políticas que ambos bloques adoptaron durante la pandemia y pospandemia, donde Europa ofreció una mayor cobertura financiera a los empleados.
Inversión en mejores máquinas. Volviendo al símil de la fábrica de tornillos, una de las claves de la productividad de un país con las “máquinas” con las que se produce. En ese punto, el uso de la tecnología es el factor determinante para mejorar las cifras de productividad.
El Financial Times analizó el crecimiento de la productividad por sectores para intentar aislar el principal origen de ese incremento en la productividad. Lo que descubrió fue que su crecimiento no se basaba en la industria de la manufactura (construir más tornillos, por ejemplo). Los mayores aumentos en productividad (por empleado, no por hora) se producían en los sectores profesionales y de servicios, ciencias de la comunicación, educación y salud.
EEUU ha invertido en aprender a usar mejor su tiempo. En Estados Unidos, los sectores que mayor diferencia ha marcado en la productividad son aquellos relacionados con el uso de las nuevas tecnologías, el trabajo remoto y la aplicación de IA. El uso de la tecnología ha hecho que cada hora que dedica un empleado en su jornada sea mucho más productiva.
Este hecho está estrechamente relacionado con que las inversiones y la industria tecnológica de Estados Unidos sea mucho mayor que la de Europa, lo que ha marcado una importante diferencia. Estados Unidos está incorporando más mano de obra a esos sectores, incrementando mucho más la media de productividad general.
Europa cuenta con un hándicap añadido: la energía. Europa estaría pagando ahora la factura de dos décadas de inversión tecnológica en caída libre. A eso, se suma que las distintas economías europeas han debido afrontar los elevados costes económicos derivados de la guerra de Ucrania y la crisis energética que provocó. La UE utiliza más energías renovables que EEUU, pero sus costes energéticos industriales son más altos.
Este sobrecoste tiene su impacto en la cuenta de resultados que representa el PIB de cada país y eso, a su vez, también afecta al cálculo de la productividad. En resumen, un delicado equilibrio en el que el aleteo de una mariposa puede descolocarlo todo.
La productividad se calcula en dólares. Toda esta lectura de distintos factores tiene un gran “pero”: el PIB de la zona euro se genera en euros, mientras que en Estados Unidos se hace en dólares. Al hacer la conversión de datos, en el año 2000, un euro valía 0,92 dólares. En cambio, en 2008, un euro valía 1,48 dólares. ¿Significa eso que entre esos años la economía europea había crecido casi el doble? Indudablemente no.
Sin embargo, con el cambio de divisa y sobre el papel, sí podría dar esa impresión. En 2022 el cambio de divisa era de 1,05 dólares por euro. Si lo comparamos con los datos de 2008, el PIB de Europa se redujo considerablemente a causa de la depreciación del euro en ese periodo, afectando negativamente las cifras del PIB de la zona euro. Tal y como apuntan desde el Banco de España, esa diferencia en el cambio de divisa también afecta a la actividad empresarial y, por tanto, al cálculo de la productividad, desviando el cálculo europeo.
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