Hace 100 años, Sun Yat-sen, uno de los fundadores de la China moderna, imaginó establecer la capital de la nación en Yili, una ciudad del noroeste de Xinjiang. Aunque Sun vivió durante un período de extrema debilidad para China, previó que China tendría la capacidad de transformar Xinjiang en un centro político global. Aquel sueño hoy parece más cerca que nunca. En una cuenca desértica de China se está llevando a cabo una primera fase para transformar Xinjiang en megaciudad.
El plan secreto. Hasta el año pasado muy pocos lo sabían. Entonces, un equipo de investigación financiado por el gobierno hizo pública una propuesta para establecer una segunda capital en Xinjiang: levantar una mega ciudad de 200 millones de habitantes. Dicho trabajo contaba que todos los períodos prósperos de la historia china habían disfrutado de dos capitales, y ahora había llegado el momento de regresar a esta antigua tradición.
Por qué Xinjiang. En primer lugar y posiblemente clave, por su extensión. Estamos ante un área que supera toda la masa terrestre de Irán, de hecho, allí ya habían empezado con otros proyectos, como cultivar arroz en el desierto o la construcción de la mayor planta de energía solar. Además, el enclave era parte del sueño de Sun Yat-sen.
La cuenca de Junggar. Es el lugar donde está teniendo lugar la primera fase de esta construcción faraónica. Paradójicamente, aquí ha resultado clave el cambio climático, ya que, desde la década de 1980, las precipitaciones en la hasta entonces desértica Xinjiang, han aumentado constantemente, con una marcada aceleración después de 2010 hasta el punto de acercarse a las precipitaciones presenciadas durante la dinastía Tang.
Esto tiene una parte buena y otra no tanto. La buena, obviamente, es que Xinjiang se está volviendo cada vez más exuberante. Sin embargo, la distribución de estos recursos de agua dulce en el espacio y el tiempo sigue siendo profundamente desigual, lo que lleva a una coexistencia paradójica de inundaciones sin precedentes seguida de sequías.
Primera solución: túneles. En el año 2018, el gobierno chino lanzó silenciosamente uno de los planes de ingeniería ambiental más ambiciosos de la historia de la humanidad: la construcción de una serie de embalses y túneles de agua a gran escala con los que almacenar nieve derretida e inundaciones estacionales, y transportarlas a lo más profundo de los desiertos. Sí, el plan apunta a transformar Xinjiang en ese oasis capaz de albergar a 200 millones de personas.
En esencia, se trata de levantar instalaciones capaces de almacenar y dispersar agua de manera uniforme en varias regiones. Dado el tamaño de Xinjiang, la necesidad de una infraestructura desconocida se vuelve inevitable. Y aquí llegó un nuevo problema: en poco tiempo el espacio se llenó de tuneladoras y maquinaria trabajando las 24 horas y compitiendo contrarreloj para completar un sistema de suministro de agua subterráneo que abarca casi 1.000 kilómetros. Ante semejante proyecto, los atascos y los métodos tradicionales no cumplían los plazos.
Segunda solución: IA. El enfoque que ha dado un vuelco a las obras se publicó en un estudio en abril. Ahora, el flujo de tráfico subterráneo se ha duplicado, la velocidad media ha aumentado un 10 por ciento y la probabilidad de accidentes ha disminuido significativamente.
¿Cómo? Construyendo un sistema de control de tráfico subterráneo “inteligente” que puede operar de manera confiable en entornos hostiles. Una IA capaz de guiar a los operarios mediante comandos de voz para entrar y salir de áreas designadas, que da consejos de evasión cuando detecta tráfico en sentido contrario y/o emite advertencias de seguridad cuando la velocidad excede los límites de seguridad.
Lo próximo: conducción autónoma. El científico Wang Liming lidera este proyecto de China Railway Tunnel Group (CRTG), una investigación inédita, explican, ya que nunca antes se había abordado la programación y gestión inteligente de vehículos en un proyecto subterráneo tan amplio y complejo, “y el siguiente paso se centrará en el reconocimiento de obstáculos para los vehículos en movimiento y la conducción autónoma”, señalan.
Para que nos hagamos una idea de lo que hay en juego, si todo sale según lo previsto, una vez terminada esta primera fase del faraónico proyecto de Xinjiang, la cuenca de Junggar no albergará una presa normal, allí se habrá levantado la arquitectura 3D más grande del planeta.
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