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Así es como un agujero negro supermasivo prepara su propia ‘comida’

Los agujeros negros supermasivos tienen la capacidad de provocar cambios en su entorno, de manera que sigan atrayendo y consumiendo materia. La científica Valeria Olivares, de la Universidad de Santiago de Chile, encontró nueva evidencia sobre las habilidades de ‘cocina’ de estos fenómenos gravitacionales utilizando datos del Observatorio de Rayos X Chandra y del Very Large Telescope (VLT).

El término ‘agujero negro comiendo’ describe el proceso en el que el gas y el polvo cósmicos quedan atrapados por la fuerza de atracción de una estructura supermasiva y caen hacia su horizonte de sucesos para nunca volver. Este proceso es fundamental para el estudio de los agujeros negros porque se vuelven detectables cuando «comen”. Los materiales orbitan, aumentan su temperatura y velocidad y, como resultado, emiten radiación de rayos X que captan los observatorios.

Si un agujero negro no come, entra en la categoría de inactivo hasta que más materia caiga en su interior. Las mediciones de las últimas décadas sugieren que los agujeros negros pueden activarse en cuestión de años. El mecanismo no es exactamente un misterio. La NASA explica que los agujeros negros expulsan energía y de alguna forma el material cósmico distante se ve afectado y es atraído hacia el agujero. Poco a poco, la teoría sobre el ciclo de retroalimentación va sumando evidencia.


Gracias a los vistazos anteriores al agujero negro supermasivo M87*, un equipo de astrofísicos simuló la naturaleza del flujo de materia en su disco de acreción.


El ciclo de retroalimentación de los agujeros negros supermasivos

El modelo actual de retroalimentación de agujeros negros establece que, al «comer», estas estructuras disparan chorros o jets de radiación a velocidades relativistas (cercanas a la velocidad de la luz). Estos estallidos hacen que el gas caliente se enfríe y, a su vez, se formen filamentos de gas a alta temperatura en las periferias de las galaxias. Finalmente, los residuos calientes fluyen hacia el centro de los cúmulos para volver a caer dentro de un agujero negro supermasivo. «El estallido hace que más gas se enfríe y alimente los agujeros negros, lo que provoca más estallidos», señala la NASA.

Los científicos detrás de una reciente investigación tomaron datos de siete cúmulos de galaxias. Los dos observatorios proporcionaron evidencia observacional de esos filamentos calientes y fríos que conforman el ciclo de retroalimentación de los agujeros negros. Además, confirmaron una predicción del modelo que menciona una relación entre el brillo de los filamentos de gas y su temperatura.

La confirmación de los filamentos fue posible tras una nueva técnica de procesamiento de datos en los observatorios de rayos X. Esta permite separar las regiones calientes de otras estructuras con características similares alrededor de agujeros negros. Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Nature Astronomy.

Actualmente hay cerca de 100 agujeros negros supermasivos confirmados. Aunque la teoría sobre la evolución galáctica supone que para cada galaxia debe de haber un agujero negro supermasivo, no todos son visibles para los actuales métodos de observación. Para investigarlos, los astrofísicos usan la radiación que emiten o el comportamiento de los cúmulos de estrellas a su alrededor.

Con la llegada de los detectores de ondas gravitacionales y telescopios más potentes, los astrónomos esperan una nueva ola en la comprensión sobre agujeros negros durante las primeras etapas del universo.

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Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://es.wired.com/articulos/asi-es-como-un-agujero-negro-supermasivo-prepara-su-propia-comida

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