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Trump exime electrónicos como laptops, smartphones, de los aranceles de 145% a China; esta responde con un proverbio

Donald Trump dio un paso atrás en su guerra comercial con China al eximir las importaciones de electrónicos de los aranceles al país asiático, imposición fiscal que ya había sumado 145%. El anuncio brindó un respiro de alivio a empresas como Apple o Dell, cuyas cadenas de suministro dependen considerablemente de la industria china.

China reaccionó de manera cautelosa, asegurando que se trata de “un pequeño paso» si es que Estados Unidos busca corregir su política unilateral de aranceles de represalia. “La campana en el cuello de un tigre sólo puede ser desatada por la persona que la ató”, indicó el Ministerio del Comercio chino en una conferencia de prensa en Beijing, reiterando la exigencia a su adversario comercial de ponerle fin a todos sus aranceles.

A lo largo de la semana, mientras decenas de países intentaban contactar a la Casa Blanca para negociar nuevos acuerdos comerciales, el gobierno chino respondió a la agresiva política arancelaria del presidente de Estados Unidos con sus propios aranceles de represalia, medida que escaló hasta el 125%. Si bien Trump otorgó una prórroga de 90 días al resto de los países que habían sido sacudidos por los aranceles recíprocos y sus tasas diferenciadas, las tensiones con China aumentaron de nivel.


Una nueva investigación de Stanford sugiere que la inteligencia artificial no está gobernada únicamente por OpenAI y Google, ya que la competencia aumenta en Estados Unidos, China y Francia.


«Si Estados Unidos está decidido a librar una guerra arancelaria y comercial, la respuesta de China continuará hasta el final», afirmó Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington DC, en declaraciones a WIRED.

Ya sea por la presión de directivos de la empresas big tech a través de canales privados, la reacción de los mercados bursátiles o la propia respuesta de China, Trump fue el primero en ceder. La exención de impuestos a los importaciones electrónicas no se dio con un gran anuncio del presidente en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, sino se divulgó cuando la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos publicó el viernes pasado una lista de códigos arancelarios excluidos de los impuestos de importación.

Entre las 20 categorías de productos excluidas, destacaba el código 8471, el cual abarca una amplia gama de productos electrónicos como computadoras, dispositivos móviles, unidades de disco duro, dispositivos semiconductores, chips de memoria, monitores, entre otros.

La medida no solo beneficia a China, también excluye estos productos electrónicos de los aranceles «de base» del 10% sobre bienes impuestos a otros países, como Taiwán, país que concentra el 60% de la producción mundial de semiconductores.

El mandatario estadounidense señaló que el lunes hará un anuncio luego de ser abordado por reporteros que le preguntaron sobre los bienes exentos. Por su parte, el gobierno chino dijo que aún está analizando el impacto que tendrá esta medida.

¿Cómo se llegó hasta aquí?

La estrategia de Trump empezó con un arancel básico del 10% sobre las importaciones a Estados Unidos procedentes de cualquier país, medida universal que entró en vigor el 5 de abril. El segundo paso fue la presentación de los llamados «aranceles recíprocos», impuesto que estaba destinado a los bienes de 60 países considerados por el mandatario como los «peores infractores», es decir, aquellos que adoptan prácticas comerciales desleales contra EE. UU. Estos impuestos se iban a activar a partir del 9 de abril, pero se otorgó una prórroga de 90 días luego del caos financiero y político que causó su anuncio.

El término «recíproco» deriva de la pretensión estadounidense de crear una paridad artificial en las relaciones comerciales. De acuerdo con el presidente, «el sistema comercial mundial está estructurado en contra de Estados Unidos». Mientras que el país ha mantenido barreras arancelarias bajas, con una media del 2.5%, otros países han impuesto aranceles mucho más altos a productos estadounidenses y han creado reglamentos técnicos, complejos procedimientos aduaneros o requisitos de certificación.

Los aranceles recíprocos son la aplicación máxima del «ojo por ojo»: la administración Trump calculó cuánto cobra cada país a EE. UU. en forma de impuestos y barreras no arancelarias, e impuso un equivalente, pero reducido en un 50%, como «gesto de generosidad». China no se dejó intimidar, y anunció aranceles en represalia, las cuales fueron respondidas a su vez por la Casa Blanca. China terminó por elevar los aranceles sobre todos los productos estadounidenses del 84% al 125%, anunciando finalmente que planea ignorar cualquier aumento adicional, ya que las medidas de Trump se habían convertido en “una broma”, según e Ministerio de Comercio.

“Dado que los productos estadounidenses ya no se pueden comercializar en China con los aranceles actuales, si Estados Unidos aumenta aún más los aranceles a las exportaciones chinas, China ignorará dichas medidas”, indicó un comunicado del Ministerio de Finanzas. Para el gobierno chino, la guerra comercial de Trump dejó de tener “sentido económico”.

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