Los aranceles de Trump no harán grande a Hollywood de nuevo, pero hay un plan que puede hacerlo

En una publicación en LinkedIn, el analista cinematográfico David Hancock escribió que es «bastante difícil ver qué puede arancelar realmente el gobierno estadounidense». A menudo, las películas son archivos digitales, y los derechos sobre ellas se reparten entre creadores, financiadores y otras entidades. «O bien Estados Unidos tendría que prohibir a los productores nacionales trabajar en el extranjero, lo que reduciría significativamente el número de películas que se hacen y debilitaría drásticamente su industria cinematográfica», escribió Hancock. El crítico también sugirió un sistema federal de créditos fiscales, que permitiría a los estudios estadounidenses mantener su producción sin que los costos se disparen.
Al parecer, la idea de los aranceles provino, al menos en parte, del actor Jon Voight, uno de los tres «embajadores» de Hollywood, junto con Sylvester Stallone y Mel Gibson, estrellas elegidas por Trump para asesorarlo. Voight se reunió recientemente con el presidente en Mar-a-Lago, acompañado de su representante, para compartir un plan destinado a aumentar la producción cinematográfica nacional. El proyecto incluía incentivos fiscales, tratados de coproducción con otros países, «aranceles en determinadas circunstancias limitadas» y otras estrategias, según The New York Times.
El cine de EE UU no es realmente el beneficiado
Tras el anuncio de Trump sobre los aranceles, Duncan Crabtree-Ireland, director ejecutivo nacional del Sindicato de Actores de Cine-Federación Estadounidense de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA, por sus siglas en inglés), señaló que estaba abierto al plan, pero que quería conocer más detalles. Matthew Loeb, presidente de la Alianza Internacional de Empleados de Escenarios Teatrales (IATSE, por sus siglas en inglés), sindicato que representa a decenas de miles de trabajadores, también pidió más información y añadió: «Cualquier política comercial eventual no debe perjudicar a nuestros miembros canadienses, ni a la industria en general».
Paul Erickson, analista de medios y entretenimiento en la consultora Omdia, afirmó que hay muchos interrogantes sobre «lo perjudiciales y financieramente dañinos» que podrían ser los aranceles para los estudios, así como sobre los beneficios que podrían generar en caso de aplicarse: «El nivel de beneficio potencial para el ecosistema cinematográfico nacional de EE UU es difícil de calibrar, dados los escasos detalles disponibles hasta ahora».
Tras el anuncio de Trump, varios líderes demócratas ofrecieron créditos fiscales como alternativa. El gobernador de California, Gavin Newsom, expresó en un comunicado su deseo de colaborar con el presidente en un crédito fiscal federal para el cine por 7,500 millones de dólares. Decenas de estados, como Georgia y el propio California, ofrecen este tipo de incentivos, pero no existe aún un programa nacional. El plan de Newsom sería el primero. El senador Adam Schiff, también de California y desde hace tiempo defensor de los incentivos federales, respaldó la propuesta.
En una declaración publicada el lunes, Schiff indicó que compartía el objetivo de Trump de repatriar la producción cinematográfica, pero advirtió que «los aranceles generales sobre todas las películas tendrían impactos no deseados y potencialmente perjudiciales». Añadió que los créditos fiscales serían una mejor herramienta para fomentar la creación de empleo en Estados Unidos.
Trump aclaró a la prensa que quería reunirse con los estudios para hablar sobre los aranceles del 100% que había propuesto: «No busco hacer daño a la industria. Al contrario, quiero ayudar». El columnista de The Hollywood Reporter, Steven Zeitchik, refutó el comentario del mandatario: «Pero, ¿la industria de quién?», señalando que incluso los «embajadores» de Trump, Gibson y Stallone, filman sus películas en el extranjero. Es difícil saber hasta qué punto la administración está dispuesta a colaborar con los estudios o a otorgarles créditos, considerando sus posturas frente a los programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) y la financiación pública del arte. Sin embargo, es posible que el plan arancelario no sea más que parte del arte de negociar.
Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.
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