CiberseguridadTecnología

El escándalo Epstein es un problema que Trump no puede resolver, independientemente de cuál sea la verdad

En privado, algunos de los aliados más leales del presidente Donald Trump han llegado a una conclusión desalentadora: simplemente no hay nada que pueda hacerse para salvar la catástrofe en curso que supone el desmoronamiento de la base MAGA (acrónimo de «Make America Great Again«, el movimiento central de seguidores del mandatario) ante el fantasma de Jeffrey Epstein.

Todavía nadie se baja del tren de Trump (al menos no en números significativos, aunque las encuestas indican que al menos un 60 % de los estadounidenses desaprueba la forma en que ha manejado el caso Epstein en las últimas semanas), pero el daño entre sus seguidores ya está hecho.

«Honestamente, que se joda Trump», me dice una fuente de Trumpworld que trabaja en medios conservadores. «No soy un conspiranoico, pero es evidente que ocurrió algo turbio». La Casa Blanca no respondió a la solicitud de comentarios y, en los últimos meses, Trump ha insistido en que el caso Epstein es un engaño.

La historia de Epstein ha sido una máquina de contenido viral para la derecha durante años y tiene demasiado impulso como para frenarla en seco. El problema va más allá de que el nombre de Trump aparezca —según se dice— en los llamados archivos que su campaña y su nueva administración prometieron publicar sin cumplir. Es más profundo aún que el hecho de que Trump y Epstein mantuvieran una relación durante años, cuyos alcances siguen siendo desconocidos y sobre la que el presidente no ha sido especialmente transparente. Cuando fue interrogado en marzo de 2010, a Epstein se le preguntó si había «socializado con Donald Trump en presencia de mujeres menores de 18 años»; se acogió a la Quinta, Sexta y Decimocuarta Enmiendas y se negó a responder. Durante años, el presidente aseguró que se distanció de Epstein alrededor de 2004. Sin embargo, recientemente insinuó que la ruptura ocurrió antes, en 2000, según documentos judiciales. Esta incertidumbre complica el panorama, sobre todo porque algunos de los vínculos más controvertidos entre ambos son posteriores a esa fecha. En un artículo de la revista New York de 2002, por ejemplo, Trump describió a Epstein como «un tipo estupendo» y dijo que “le gustan las mujeres guapas tanto como a mí, y muchas de ellas son bastante jóvenes”.


El Instituto Nacional de Estándares y Tecnología realizó un estudio pionero sobre modelos fronterizos justo antes del segundo mandato de Donald Trump como presidente, y nunca publicó los resultados.


La saga Trump‑Epstein es, en muchos sentidos, un cuento aleccionador sobre lo peligroso que es crear expectativas demasiado altas. Cuando regresó a la Casa Blanca, Trump se colocó en una posición insostenible al prometer que usaría el poder federal para desclasificar los archivos Epstein. El sentimiento anti‑establishment y la profunda desconfianza en las instituciones que tanto resonaron entre sus votantes ahora juegan en su contra día tras día, y no hay una solución sencilla.

«Nuestra base nunca quedará satisfecha hasta que se publique un documento que diga algo como: ‘Nancy Pelosi y Adam Schiff violaron a un bebé y luego lo quemaron en una hoguera’. Pues bien, eso tampoco estará ahí», afirma la fuente de Trumpworld. «Negarles la lista de Epstein» —añade— es básicamente negarles su visión del mundo y, en esencia, la razón de ser de su participación en la política».

Grandes expectativas

Una de las principales razones por las que Trump está ahora peor atado al caso Epstein que en su primer mandato es que ha colocado en la cima de las fuerzas federales del orden público a personalidades de medios conservadores, como el director del FBI, Kash Patel, y su subdirector, Dan Bongino, quienes durante los últimos años entusiasmaron a la audiencia con denuncias de los presuntos tejemanejes del “estado profundo”.

«El problema es que ahora tienes a un montón de conspiracionistas que normalmente señalarían a los que están en el poder, pero que ahora forman parte de la coalición en el poder», explica Joseph Uscinski, politólogo de la Universidad de Miami quien, literalmente, escribió el libro sobre teorías conspirativas en Estados Unidos (Conspiracy Theories: A Primer, 2020).

Por mucho que Trump intente desviar la atención, «los Bongino y los Kash Patel han alimentado las expectativas y ahora no cumplen», sostiene Uscinski. «Y eso se ve muy mal». Patel y Bongino no respondieron a las solicitudes de comentarios.

DERECHOS DE AUTOR
Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://es.wired.com/articulos/epstein-es-un-problema-que-trump-no-puede-resolver

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba