Los autos eléctricos en China ya son tan baratos que hasta Xi Jinping quiere frenarlos

Los autos eléctricos en China han llegado a un punto crítico. El precio de algunos modelos es tan bajo que incluso el presidente Xi Jinping ha expresado su preocupación, según reporta The Guardian. ¿La razón? El país está sumido en una guerra de precios que, lejos de impulsar la innovación o el crecimiento, amenaza con colapsar toda una industria. Aunque para el mundo estos precios suenen irresistibles, en Beijing el ambiente se siente más tenso que optimista.
La advertencia vino directamente de Xi. En un discurso reciente, el mandatario chino denunció la “involución” del sector: una competencia feroz donde las marcas queman dinero sin obtener beneficios reales. Aunque sus palabras apuntaban a varios sectores, como la inteligencia artificial o el cómputo avanzado, uno de los principales blancos fue la industria automotriz. Los márgenes de ganancia son tan bajos que muchas marcas están sobreviviendo solo con subsidios estatales o a costa de destruir su propia rentabilidad.
La situación ha escalado rápido. Marcas como BYD han lanzado autos eléctricos a precios tan bajos que resultan insultantes para los estándares occidentales. El Seagull, Dolphin Mini en México, por ejemplo, cuesta 55,800 yuanes, alrededor de 7,800 dólares, es decir 146,047 pesos. El mismo vehículo, rebautizado como Dolphin Surf en Europa, se vende en 26,000 dólares. algo así como 486,772 pesos. Esta estrategia de descuentos extremos ha arrastrado a otras marcas. En abril de 2025, el promedio de reducción de precios en el sector alcanzó el 17 %, mientras que el año anterior apenas rondaba el 8 %.
El problema es que, aunque los autos se venden, la rentabilidad es una ilusión. Solo unas cuantas marcas como BYD, Seres o Li Auto se mantienen a flote. El resto, cerca de 50 fabricantes, enfrentan números rojos. Y mientras unas intentan mantenerse competitivas bajando aún más sus precios, otras simplemente producen más vehículos de los que pueden vender. El resultado: fábricas trabajando al 2 % de su capacidad, un desperdicio industrial que Beijing ya no está dispuesto a tolerar.
El gobierno chino está tomando medidas. Las autoridades han comenzado a reprender públicamente a marcas como BYD por mantener niveles de producción que no se corresponden con la demanda interna. Además, han propuesto reformas legales que impedirían establecer precios artificialmente bajos. La preocupación central es evitar un colapso industrial que tenga efectos en cadena sobre el resto de la economía china.
Fábrica de BYD para el superdeportivo eléctrico U9.
El monstruo que se come a sí mismo
A pesar de todo, las automotrices chinas han encontrado una válvula de escape: Europa. Hoy, el 5.1 % de los autos nuevos matriculados en el continente son de origen chino. Exportar se ha convertido en una solución temporal para una sobreproducción que no se detiene. Pero Xi Jinping no quiere que su país base su crecimiento en burbujas insostenibles. El mensaje fue claro: si las marcas no se autorregulan, el partido lo hará por ellas.
El futuro inmediato de la movilidad eléctrica en China dependerá menos de la innovación tecnológica y más del equilibrio entre producción, competencia y sostenibilidad económica. Lo que está en juego no es solo el precio de un auto. Es la viabilidad de una industria que, irónicamente, avanza tan rápido que podría estrellarse contra sí misma.
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