Fui a un rave de Labubus con fanáticos sacados de TikTok y llaveros peludos

«China siempre lanza cosas en el momento adecuado. Es como si supieran qué va a ser tendencia», indica Bran, de 34 años, que conduce para Uber pero también se describe a sí mismo como un «estafador». No tiene ninguno, pero dice que le fascina todo el simbolismo que la gente ha proyectado sobre los Labubus. «Dicen que tienen algo que ver con el diablo, no sé. La gente siempre inventa mierda. Es una locura».
El simbolismo es fundamental para entender a los Labubus. La gente quiere algo bueno e inocente en lo que creer. Es fácil sentirse cínico sobre el estado de la sociedad estadounidense actual, ya que la administración Trump aviva el miedo y socava la idea de una democracia libre. Con los Labubus, la gente ha encontrado una moda en torno a la que merece la pena unirse, aunque solo sea para sentir alegría en tiempos de sufrimiento.
Y vaya que funciona. Los eventos temáticos de Labubu son un mercado en auge. Lo que empezó como una obsesión viral se ha transformado en una oleada de experiencias presenciales, desde raves y pop-ups (ventas emergentes) de tatuajes hasta talleres de decoración de pasteles. En la plataforma de venta de entradas Eventbrite, las reuniones temáticas de Labubu aumentaron un 518% entre junio y agosto, y la asistencia se disparó un 178% mes a mes, según datos compartidos con WIRED. «Estas cifras apuntan a un cambio más amplio. Los momentos culturales se están moviendo más rápido que nunca», afirma Page Dudley, portavoz de la empresa.
No es una noche cualquiera
En la fiesta, cada cuadrado de la pista de baile está casi contabilizado, y para cada persona presente adquiere un significado diferente: Para algunos, es un universo; para otros, una iglesia; y para muchos más, una noche más de viernes con los amigos.
«Soy una fanática falsa. Lo admito. Pero bueno, tenemos que divertirnos», expresa Mercedes, de 20 años, que no tiene ningún Labubu ni sabe mucho de esta moda. Sonríe y finge taparse la cara. Ha venido de fiesta con sus amigos para apoyar a Jungle House, los productores del evento que están detrás de la celebración de esta noche.
Avery, de 26 años, no quiso perderse el evento. Lleva una camiseta rosa de malla de manga larga y cuatro Labubus enganchados a la cintura de sus pantalones. «Es algo parecido a los Funkos o como los pequeños Tamagotchis. Los enganchas a tu bolso y puedes llevarlos a todas partes». Para él, un Labubu es el accesorio perfecto: «Estuve en otro rave. Llevé uno a Hard Summer y todo el mundo decía: ‘¡Dios mío, un Labubu!'». Le pregunto si tener uno le hace sentirse parte de una comunidad más amplia con un sentido de propósito compartido. Responde: «Quizá, no sé. Me encanta llamar la atención».
En la esquina del fondo, una joven pareja se enrolla al son de una remezcla tecno de «Give Me Everything» de Pitbull, no puedo evitar preguntarme si llevaban toda la noche esperando un momento exactamente igual, y el público, eufórico por la velada, canta al unísono: «I can’t promise tomorrow but I promise tonight» (No puedo prometerte el mañana, pero sí esta noche). Hay saltos y giros; la gente choca entre sí como olas en la orilla del mar, mareados de alegría. Poco después, el bajo de «Crank Dat» de Soulja Boy envuelve la pista de baile, se siente el bombeo proveniente del equipo de sonido.
Mientras observo cómo se desarrolla la escena, me sorprende el desenfreno de todo aquello. Es una moda tonta y exagerada que nunca tuvo ni pies ni cabeza para mí. Fui al rave en busca de sentido y lo único que conseguí fue una fiesta.
«Simplemente son divertidos», dice Avery de los Labubus antes de desaparecer entre la multitud. Pitbull lo dijo alguna vez: Esta noche, eso es todo lo que importa.
Artículo publicado originalmente en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.
DERECHOS DE AUTOR
Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://es.wired.com/articulos/fui-a-un-rave-de-labubus-con-fanaticos-sacados-de-tiktok-y-llaveros-peludos