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La directiva de Trump sobre el paracetamol podría aumentar las tasas de autismo, advierten los investigadores

Durante décadas, el debate sobre el autismo ha sido un hervidero de desinformación, malas interpretaciones y datos científicos erróneos, desde el desacreditado vínculo entre esta enfermedad del neurodesarrollo y las vacunas hasta las nuevas afirmaciones de que evitar el gluten y los alimentos ultraprocesados puede revertir los rasgos autistas.

Este espectro resurgió en el Despacho Oval, cuando el presidente Donald Trump anunció el nuevo impulso de su administración para estudiar las causas del autismo con afirmaciones de que el analgésico común Tylenol, también conocido como acetaminofén, puede causar la condición. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) anunció posteriormente que el medicamento incluiría una etiqueta de advertencia citando una «posible asociación».

David Amaral, profesor y director de investigación del Instituto MIND de UC Davis, fue uno de los que observaron consternados cómo el presidente se lanzaba a una diatriba sobre el Tylenol, advirtiendo repetidamente a las personas embarazadas que no lo tomaran, ni siquiera para tratar la fiebre: «Oímos al Presidente decir que las mujeres debían aguantar. Me sorprendió mucho, porque sabemos que la fiebre prolongada es un factor de riesgo para el autismo. Así que me preocupa que esta advertencia de no tomar Tylenol vaya a hacer lo contrario de lo que esperan».

De dónde viene el repudio al Tylenol

Las especulaciones en torno al Tylenol se derivan de las correlaciones extraídas por algunos estudios que han pregonado una asociación entre el uso del analgésico y los trastornos del neurodesarrollo. Uno de estos análisis se publicó el mes pasado. El problema, según Renee Gardner, epidemióloga del Instituto Karolinska de Suecia, es que estos estudios suelen llegar a esta conclusión porque no tienen suficientemente en cuenta lo que los estadísticos describen como «factores de confusión», es decir, variables adicionales relacionadas con las estudiadas que podrían influir en la relación entre ellas.

En concreto, Gardner señala que las embarazadas que necesitan tomar Tylenol tienen más probabilidades de padecer dolor, fiebre e infecciones prenatales, que son a su vez factores de riesgo de autismo. Y lo que es más importante, dada la heredabilidad del autismo, muchas de las variantes genéticas que hacen que las mujeres sean más propensas a tener una inmunidad alterada y una mayor percepción del dolor, y por tanto a utilizar analgésicos como el paracetamol, también están relacionadas con el autismo. El consumo de analgésicos, comenta, es una pista falsa.

El año pasado, Gardner y otros científicos publicaron lo que en el ámbito científico se considera la investigación más concluyente hasta la fecha sobre el tema, que tuvo en cuenta factores de confusión. Utilizando los historiales médicos de casi 2.5 millones de niños suecos, llegaron a la conclusión opuesta a la del presidente: El Tylenol no tiene relación con el autismo. Otro importante estudio de más de 200,000 niños en Japón, publicado a principios de este mes, tampoco encontró ninguna relación.

A los médicos les preocupa que las afirmaciones de Trump tengan consecuencias adversas. Michael Absoud, consultor en neurodiscapacidad pediátrica e investigador en neurociencias pediátricas del King’s College de Londres, temer que las embarazadas empiecen a usar otros analgésicos con un perfil de seguridad menos probado.

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Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://es.wired.com/articulos/la-directiva-de-trump-sobre-el-paracetamol-podria-aumentar-las-tasas-de-autismo-advierten-los-investigadores

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