Los autos chinos que llegan a Rusia quieren evitar sanciones y están usando una práctica de hace 30 años: intercambiarlos por trigo

Rusia volvió al trueque tres décadas después de dejarlo atrás. Según Reuters, empresas rusas ya entregan trigo a cambio de automóviles fabricados en China, en un intento por mantener vivo el comercio exterior pese a las sanciones de Occidente. El acuerdo refleja la magnitud del bloqueo financiero impuesto tras la invasión de Ucrania y muestra hasta qué punto Moscú depende de Pekín para sostener el flujo de bienes básicos y tecnología.
El intercambio se ha convertido en una alternativa frente a la imposibilidad de transferir dinero a través del sistema financiero internacional. Bancos chinos temen represalias de Estados Unidos si aceptan capital ruso, lo que llevó al Kremlin a promover manuales oficiales que explican cómo realizar operaciones de trueque. No es casualidad que reaparezca este método en un país donde la economía ya muestra signos de recesión e inflación al alza, pese a que Vladimir Putin insiste en que la situación es más sólida que la de varias naciones del G7.
Reuters también identificó ocho transacciones recientes, desde automóviles a cambio de granos hasta semillas de lino entregadas por materiales de construcción y electrodomésticos. También se detectaron intercambios de metales por maquinaria, e incluso un acuerdo con Pakistán. La opacidad hace imposible conocer el volumen real, pero analistas aseguran que la práctica gana terreno y podría escalar conforme la brecha entre las estadísticas del banco central y los datos de aduanas se amplía.
El trueque actual no surge por falta de dinero como en la década de 1990, cuando la caída soviética obligó a improvisar cadenas interminables de intercambios. Ahora responde a un bloqueo financiero sin precedentes: más de 25,000 sanciones impuestas desde 2014 han cortado el acceso a dólares y euros, dejando al rublo sin protagonismo en el comercio global. Moscú y Pekín dicen que las medidas son ilegales y discriminatorias, pero no ofrecen un camino claro para restablecer el flujo monetario normal.
Algunas empresas experimentan con pagos a través del banco estatal VTB en Shanghái o con criptomonedas ligadas al dólar. Otros recurren a “agentes de pago” que operan en la sombra y cobran comisiones por mover dinero entre países. Sin embargo, estos métodos implican riesgos legales y financieros que pocos quieren asumir. En contraste, el trueque ofrece discreción y es difícil de rastrear, lo que lo convierte en una herramienta práctica para burlar sanciones en un contexto de guerra.
Fábrica de BYD en China.
Viaje en el tiempo para la economía rusa
Lo sorprendente es que el intercambio de bienes volvió a ser útil para un país productor de recursos naturales y aliado comercial dispuesto a aprovechar la situación. Mientras Europa busca cortar cualquier flujo de ingresos hacia Moscú, China encuentra una oportunidad para colocar su industria automotriz y recibir granos, metales o materias primas. Es un modelo que refleja tanto el aislamiento de Rusia como la flexibilidad de su socio más importante en Asia.
La historia suena a un salto atrás en el tiempo, pero también a un laboratorio de supervivencia económica. Lo que ocurre entre Rusia y China podría marcar un precedente para otras naciones bajo sanciones. Por ahora, el trigo ruso circula hacia puertos asiáticos mientras autos fabricados en Shanghái llegan a carreteras rusas. Un intercambio que revive viejas prácticas, y que redefine cómo un país sancionado busca mantenerse en movimiento a cualquier precio.
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