Los pequeños cangrejos de Morelos están en peligro por una especie invasora, pero mil manos voluntarias los protegen

Álvarez señala que, una vez establecida la especie, extirparla por completo “se ve complicadísimo. El escenario al que deberíamos aspirar es a que se mantenga bajo control en bajas densidades, eso sería un triunfo”. Martín Torres piensa diferente. “¿Qué tan posible es desde mi utopía? Creo que es posible, si lo utilizamos para dieta humana, es un alimento completo”, algo que, apunta, es un arma de doble filo. “Entran conflictos sociales, conflictos ambientales, pero considero que es posible. Se puede lograr con esfuerzo, concientización y educación ambiental”.
El 83% de los países carece de legislación dirigida a la prevención y el control de especies exóticas invasoras y el 45% no invierte en la gestión de estas. “Las distintas percepciones, incluidos los intereses y valores contrapuestos, de la importancia y la urgencia de la amenaza de las especies exóticas invasoras, unidas a la falta de concienciación sobre la necesidad de una respuesta colectiva y coordinada, y las lagunas en materia de datos y conocimientos, pueden obstaculizar la gestión”, refiere un informe del IPBES.
Mil manos haciendo ciencia ciudadana
Antes de entrar al agua, los voluntarios instalan jaulas con cebo. Esa mañana retiraron las del día anterior, contaron los peces atrapados y separaron exóticos de nativos. Las panzonas, endémicas de la Cuenca de Balsas, vuelven a su hábitat. Los exóticos —como los convictos, los terrores verdes y los colas de espada, peces de América Central y Sudamérica, vendidos como ornamentales— se concentran en el lago artificial del balneario
“Tenemos [en el balneario] siete especies exóticas y dos nativas. No hay forma de competir con ellos. Son más grandes, más adaptables, más agresivas, más dominantes”, indica Mason.
El proyecto busca que las personas no científicas conozcan el trabajo científico y romper el estigma de que la ciencia solo la hacen personas con bata. Mason quiere demostrar que la conservación muchas veces es más sudor que buena voluntad y, por supuesto, divulgar la importancia de no introducir especies exóticas y el arduo esfuerzo que supone corregir estas alteraciones en la naturaleza.
Las manos voluntarias también incrementan el impacto del proyecto al generar más datos sobre la invasión y la situación de los cangrejos. Para el investigador Fernando Álvarez, este esfuerzo debe derivar en análisis complejos “tasas de crecimiento, de reclutamiento, de mortalidad, se pueden ver interacciones. Eso da para varias tesis, artículos, etcétera. Debería haber material suficiente para dictaminar qué está pasando”.
Para futuros estudios, dice Mason, además de registrar medidas, tomarán muestras de músculo, hepatopáncreas y exoesqueleto de los acociles. Las colocan en viales pequeños, se congelan y quedan bajo resguardo de ‘Naturaleza más nosotros’. Con ellas podrían reconstruir la historia de la invasión mediante análisis genéticos o estudiar contaminantes presentes en su dieta.
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