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Los antiguos romanos regalaban «esqueletos fantasma» en sus banquetes como un recordatorio de que todos vamos a morir

En la Antigua Roma, el banquete o convivivum era un ritual social sumamente importante. Según The Met Museum, se distinguen varios tipos específicos de estas reuniones, aunque principalmente se dividen entre públicos y privados. Era en estos últimos donde los anfitriones se esforzaban por agasajar a sus invitados no solo con comida y bebida deliciosas, sino también con exquisitas decoraciones, vajillas lujosas, diversas formas de entretenimiento y especialmente con bellos regalos.

Algunos de estos obsequios eran los larvae convivales o «fantasmas de banquete«. Se trataba de pequeños esqueletos con articulaciones móviles que los dueños de las casas daban a los asistentes al festín. El objetivo no solo era consentirlos con una exquisita pieza decorativa (como los «recuerditos» en las fiestas de hoy en día), sino recordarles que todos, en algún momento, vamos a morir.

Los esqueletos fantasma

Hasta ahora se han descubierto doce ejemplares de «fantasmas de banquete«. Uno de estos artefactos, fabricado en bronce, actualmente se conserva en la colección de Villa Getty, en Los Ángeles. Mide aproximadamente 6.6 centímetros de alto, data entre 25 a. C. y 100 d. C. Presenta cuencas oculares redondas y una boca ancha con grandes dientes superiores. Originalmente tenía brazos y piernas articulados, pero hoy solo se conserva parte de su pierna izquierda.

Otro ejemplar se conserva en el Science Museum de Londres. Mide poco más de 110 mm de alto y también está fabricado en bronce. Este esqueleto carece de la pierna derecha, pero, por alguna razón desconocida, esta fue sustituida por el brazo izquierdo. El objeto está datado entre 199 a. C. y 500 d. C. También se conoce uno hecho de plata, que fue hallado en Pompeya.

Casa Chen 2

Miniature Skeleton. Imagen | Getty Museum Collection.

Memento mori

Un larva convivialis es un ejemplo de los llamados memento mori. Estos objetos son un símbolo de que la vida es breve y la muerte, inevitable. En latín, la frase se traduce como «recuerda que vas a morir«. Por lo tanto, estos objetos eran una especie de invitación a disfrutar de la vida mientras dure.

En el arte y la literatura romanos, frecuentemente se asociaba la muerte con los banquetes. En El Satiricón (60 d. C.), novela de Petronio, un hombre rico llamado Trimalción ofrece una cena. En esta, un esclavo manipula y mueve un esqueleto de plata. Trimalción entonces exclama: «¡Este esqueleto que tenemos ante nosotros es tan importante como lo fuimos nosotros siempre! Vivamos mientras podamos, porque la vida es preciosa«.

La costumbre de regalar larvae conviviales fue heredada de los banquetes egipcios. El historiador y geógrafo griego Heródoto describió una escena muy parecida a la narrada por Petronio. En esta, un hombre camina entre los asistentes con una figura de madera dentro de un pequeño ataúd. Heródoto cuenta que el hombre le dice a cada uno mientras muestra la figura: «¿No lo ves? Mírala bien; come y bebe y disfruta ahora, que muerto no has de ser otra cosa que lo que ves«.

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