El veneno de las serpientes es diferente según su entorno y su presa

Las mordeduras de serpiente no son todas iguales. Quizás, si te encontraras cara a cara con uno de estos reptiles, posiblemente uno venenoso, lo primero que pensarías sería en cómo podría morderte. Pero es innegable que pocas cosas en la naturaleza resultan tan aterradoras y fascinantes como las mordeduras de serpiente.
Para intentar desentrañar sus misterios, Alistair Evans y Silke Cleuren, de la Universidad de Monash, Australia, han llevado a cabo un estudio comparativo, publicado en el Journal of Experimental Biology, sobre las formas en que las víboras, elápidas y colúbridas clavan sus dientes en sus presas, utilizando tecnologías avanzadas para capturar esos momentos como nunca antes. Esto es lo que descubrieron.
El estudio
Evans y Cleuren incluyeron en su estudio 36 especies, todas venenosas, pertenecientes a las tres principales familias de serpientes: vipéridos, elápidos y colúbridos. Los vipéridos (Viperidae) son el grupo que incluye a las víboras y a las serpientes de cascabel. Todas ellas, alrededor de 350 especies, son venenosas y están dotadas de colmillos bastante pronunciados situados en la parte anterior del hueso de la mandíbula superior. La peculiaridad de estos colmillos es que son móviles: en reposo están plegados horizontalmente hacia el interior de la boca del reptil y se erigen hacia adelante en el momento de morder. Las glándulas venenosas, que son comprimidas por los músculos al alcanzar el objetivo, se sitúan lateralmente con respecto a los ojos, lo que confiere a estas serpientes la típica forma triangular de la cabeza. Una característica del comportamiento de los vipéridos es que, tras chasquear y morder, se retraen: no retienen a su presa, sino que la buscan más tarde, cuando el veneno ha hecho efecto.
Los elápidos (Elapidae) constituyen una familia de unas 360 especies, entre las que se incluyen las cobras y las mambas. Estas serpientes están completamente ausentes de Europa y Madagascar. Sus colmillos venenosos se encuentran en la parte superior y anterior de la boca y, a diferencia de los de los vipéridos, son fijos y permanecen siempre erectos. Detrás de los colmillos puede haber dientes macizos más pequeños, también presentes en la mandíbula inferior.
Los colúbridos (Colubridae) son la familia más primitiva de las tres. También son los más numerosos, con más de 2,000 especies, la mayoría no venenosas. Tienen pequeños dientes dispuestos a lo largo de la boca, tanto en la parte superior como en la inferior. Las pocas especies venenosas poseen un aparato inoculador más antiguo, con colmillos situados en la parte posterior de la mandíbula. Por tanto, para inyectar el veneno primero deben morder e inmovilizar a su presa con la boca.
La investigación tuvo lugar en el centro parisino Venomworld, que recolecta el veneno de algunas de las serpientes más peligrosas del planeta con fines medicinales. Con el apoyo de los expertos del centro, los científicos indujeron a especímenes de 36 especies (31 vipéridos, 4 elápidos y 1 colúbrido) a morder un cilindro de gel balístico, convenientemente calentado entre 35 y 37 °C para simular una presa. Gracias a dos cámaras de video de alta velocidad, lograron capturar el proceso de mordedura momento a momento, lo que permitió seguir su dinámica y reconstruir la cinemática en 3D con una precisión nunca antes alcanzada.
Esta metodología, combinada con el tamaño de la muestra y el entorno experimental controlado, permitió realizar un análisis comparativo capaz de verificar lo que hasta ahora eran solo hipótesis morfológicas y ecológicas, tanto dentro de una misma familia como entre diferentes familias de serpientes.
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