Este enorme monumento maya es un mapa el universo hecho por una sociedad sin reyes

El monumento maya descubierto en el yacimiento de Aguada Fénix, en el verano de 2020, no deja de sorprendernos. Construido hace aproximadamente 3,000 años, en lo que actualmente es el estado de Tabasco, en la frontera sureste de México, este inmenso complejo ceremonial fue diseñado como un cosmograma, un plano arquitectónico que representaba el orden del Universo.
Un grupo de arqueólogos, dirigido por Takeshi Inomata, de la Universidad de Arizona, descubrió esta construcción y relató los detalles en un estudio publicado en la revista Science Advances.
El monumento maya
Takeshi Inomata/Universidad de Arizona
Entre 2020 y 2024, cinco años transcurridos desde su descubrimiento, el equipo ha reunido más pruebas sobre Aguada Fénix y sus alrededores, realizando operaciones LIDAR (Light Detection and Ranging), una técnica de teledetección que utiliza láseres emitidos desde una aeronave para escanear la selva y los bosques, y crear mapas 3D de las estructuras construidas por el ser humano. Esto implicó excavación intensiva, perforación de la Laguna Naranjito y el análisis de los canales.
Análisis posteriores han revelado que el monumento maya es mucho más grande y complejo de lo que se pensaba inicialmente, no solo por su tamaño, sino también por la información que puede aportar sobre el pueblo que lo construyó entre el 1050 y el 700 a.C.
El cosmograma
En Aguada Fénix, la línea central del monumento se alinea con la salida del Sol el 17 de octubre y el 24 de febrero, un arco de 130 días que probablemente representa, en la astronomía antigua, la mitad del ciclo de 260 días del calendario ritual mesoamericano.
Además de revelar una red de calzadas y corredores hundidos que los constructores mayas utilizaron para acceder al yacimiento y recorrerlo, lo que realmente ha sorprendido a los investigadores es la Meseta Principal. El recinto central de este complejo está conformado por dos montículos occidentales y una plataforma oriental alargada. Esta disposición se conoce generalmente como Grupo E, y fue construida durante el Preclásico Medio, así como en periodos posteriores, en numerosos sitios de las tierras bajas mayas, Chiapas y la región sur de la costa del Golfo, donde funcionó como centro de rituales comunitarios.
De igual forma, ahí se encontraron dos fosas en forma de cruz perfectamente dispuestas, con depósitos de pigmentos en su interior colocados en un orden direccional. El pigmento azul azurita se halló al norte, el verde malaquita al este y el amarillo ocre, que contiene goethita, al sur. Esto, explican los autores, representa la primera evidencia conocida del simbolismo direccional del color de los pueblos mesoamericanos, que aparecería más tarde en otros cosmogramas mayas. «Sabemos que hay colores específicos asociados a direcciones concretas, y esto es importante para todos los pueblos mesoamericanos, incluso para los nativos americanos de Norteamérica. Pero nunca habíamos visto un pigmento realmente posicionado de esta manera. Este es el primer caso en el que encontramos esos pigmentos asociados a cada dirección específica. Fue muy emocionante», comentó Inomata.
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