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Bill Gates quería un Porsche 959. El problema: era ilegal en EE.UU. La solución: cambiar la ley

Bill Gates no solo figura como cofundador de Microsoft y como una de las fortunas más grandes del planeta. También carga una debilidad muy concreta por Porsche. Tan fuerte, que pasó más de una década en pleito para lograr algo que, en papel, sonaba absurdo: poder sacar un Porsche 959 a la calle en Estados Unidos.

La historia tiene efecto dominó. Tras esa batalla, hoy otros millonarios con gusto por lo raro y lo extremo, como Elon Musk o Larry Ellison, pueden llenar el garage de hipercoches de edición limitada y usarlos con ciertas condiciones. No se trató de capricho aislado. Fue el antecedente legal que abrió una puerta.

En 1987, Gates encargó el Porsche 959 recién presentado. En esos años, ese modelo representó la vanguardia del superdeportivo: motor biturbo, tracción total y electrónica avanzada para la época. Era tecnología con placas, justo el tipo de ingeniería que podía obsesionar a alguien que vivía de crear futuro.

Las cifras explican la obsesión. El seis cilindros de 2.8 litros entregaba 450 caballos de fuerza y prometía 317 kilómetros por hora. Para finales de los 80, eso sonaba casi irreal. No era solo rápido. Era una demostración de lo que Porsche podía hacer cuando no aceptaba límites.

Porsche 959 Motor

Porsche 959 a detalle.

El choque llegó en la aduana, literal y legal. Cuando el Porsche 959 aterrizó en Estados Unidos, quedó retenido en la aduana de Seattle. La razón no tuvo romance: ese auto no contaba con los test de choque que exigían las leyes estadounidenses, así que no podía circular por vía pública.

El problema creció por una decisión de fábrica. El 959 fue una revolución, pero también un proyecto carísimo que Porsche no recuperaría con venta directa. La marca alemana se negó a pagar pruebas de choque en Estados Unidos porque eso elevaba aún más el gasto de desarrollo que ya pintaba perdido.

Porsche 959
Porsche 959

Porsche 959 un auto adelantado a su tiempo.

La obsesión por el Porsche 959

Ahí nació el limbo. El Porsche 959 no podía ser legal en el país y Porsche no quiso adaptarlo. Para Gates, eso significó ver atrapado en Seattle un auto del que solo se fabricaron 337 unidades, casi como si existiera, pero sin derecho a vida real.

La obsesión tuvo precio diario y paciencia de acero. El coche pasó 13 años retenido en la aduana de Seattle. Para que no se moviera de ahí, Gates pagó 28 dólares por día a la autoridad portuaria para mantenerlo en depósito. La cuenta superó 138,000 dólares, solo por verlo estacionado y prohibido.

Porsche Superdeportivo 959
Porsche Superdeportivo 959

El Porsche 959 es uno de los vehículos más importantes en la historia de Porsche.

Entonces vino el golpe de mesa. Gates reunió abogados y sostuvo una batalla contra las autoridades. Durante más de siete años presionó a Washington para que la ley aceptara una exención: permitir importación y uso de autos raros y coleccionables que no se vendieran de forma oficial en Estados Unidos, aunque no cumplieran ciertas exigencias.

La apuesta funcionó. En 1999, el presidente Bill Clinton firmó la ley “Show and Display”. Esa regla aplicó para autos con menos de 500 unidades producidas y puso un tope de 2,500 millas al año, cerca de 4,023 kilómetros. Con esas condiciones, el Porsche 959 de Gates por fin salió del cautiverio en Seattle y pudo rodar legalmente por calles estadounidenses.

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