Este planeta infernal sorprende a los científicos: océanos de magma y tenía oculta su atmósfera

Esa capa de gases que rodean un planeta a la que conocemos como atmósfera es fundamental para el desarrollo de cualquier forma de vida. Mientras brinda protección de la radiación solar, regula la temperatura de un sitio y asegura la permanencia de agua en su estado líquido. En el sistema solar existen varios planetas con atmósferas, algunas muy extrañas, como la de Venus observada por sondas espaciales.
Fuera de nuestro vecindario estelar, allá donde se encuentran los exoplanetas a distancias enormes y los telescopios ya no distinguen salvo estrellas y explosiones, todo cambia. Los científicos no están seguros sobre la presencia de atmósferas en cuerpos rocosos, aunque las buscan con interés. Las lecturas químicas ofrecen algunas pistas; en general se interpretan de manera vaga y no confirman con certeza qué ocurre en esos mundos.
Un estudio reciente presentó la evidencia más sólida hasta ahora sobre la existencia de una atmósfera en un exoplaneta rocoso. El descubrimiento ocurrió en el sitio menos esperado. Los investigadores lograron el hallazgo con el telescopio espacial James Webb (JWST, por su nombre en inglés), uno de los instrumentos más potentes de la ciencia actual.
Según el artículo publicado esta semana en The Astrophysical Journal Letters, TOI‑561b, un planeta rocoso más grande que la Tierra (completa una órbita en apenas 11 horas), probablemente posee una gruesa capa de gases sobre un océano global de magma. Los científicos no observaron directamente esas nubes, pero identificaron comportamientos que solo se explican con la presencia de una atmósfera.
El equipo explicó que la “supertierra” tiene una densidad inusualmente baja y muestra una temperatura desigual. En apariencia parece enorme, pero no alcanza temperaturas tan extremas como se esperaba. Por su ubicación, la cara iluminada debería registrar unos 2,700 °C; sin embargo, las mediciones del JWST indican unos 1,800 °C.
“Realmente necesitamos una atmósfera densa y rica en volátiles para explicar todas las observaciones. Los vientos fuertes enfriarían el lado diurno transportando calor hacia el lado nocturno. Gases como el vapor de agua absorberían algunas longitudes de onda de luz infrarroja cercana emitida por la superficie antes de llegar hasta la atmósfera”, contó la coautora del estudio, Anjali Piette, en un comunicado de prensa.
TOI‑561b forma parte de los más de 5,000 exoplanetas confirmados por la NASA. Se ubica en la constelación del Sextante, dentro de la Vía Láctea, a unos 275 años luz de distancia, en la región interna del disco galáctico. Los científicos lo consideran especialmente interesante porque allí habitan algunas de las estrellas más antiguas, formadas en condiciones muy distintas a las del sistema solar.
Este planeta volcánico representa hoy una contradicción. Se encuentra a solo 1.6 millones de kilómetros de su estrella madre. Para ponerlo en contexto, la distancia promedio entre la Tierra y el Sol es de 149.6 millones de kilómetros. Hasta hace poco los astrónomos pensaban que cuerpos tan cercanos a una estrella no podían conservar atmósfera. Mercurio, por ejemplo, carece de ella. Pero TOI‑561b desafía esa idea: está cubierto por un océano de magma y rodeado de densas nubes.
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