Estos impresionantes aparatos de ayuda auditiva fueron el secreto mejor guardado de las élites de Nueva York, hasta ahora

«He probado diferentes marcas de audífonos y son buenos, pero no tan buenos», comenta Martin en una entrevista para Zoom. Visitó al equipo en el SoHo, hizo la prueba en la calle y quedó encantado cuando lo probó con su mujer y su hija en su restaurante favorito, con de Jonge sentado con la laptop a varias mesas de distancia. Pero lo decisivo para Martin fue un coctel.
«Estaba aquí en nuestro edificio, en una fiesta en el piso de arriba, y tenía puestos mis viejos audífonos», cuenta. Estaba hablando con cuatro personas y me di cuenta de que no le entendía a ninguna, así que me dije: «Espera, tengo unos audífonos nuevos». Bajé, me los puse, volví y podía oír a todo el mundo». Ahora los lleva siempre, e incluso hizo una broma sobre los audífonos en el especial del 50 aniversario de Saturday Night Live. «Ya no pienso en cómo era antes», dice. «Antes me daba pavor ir a un restaurante, y ahora ya no». Su amigo Balaban, una vez que entró en la prueba beta, está igualmente prendado. «Es una mejora significativa con respecto a los dispositivos absurdamente caros que había estado usando», resalta Balaban.
Otros participantes no son públicos, pero de Jonge me asegura que en su mayoría son nombres destacados. Dado que solo hay unas pocas docenas de unidades beta, esto significa que algunas personas influyentes han sido incluidas en una lista de espera. La esposa de Balaban, Lynn Grossman, recuerda haber asistido a una cena del Día del Trabajo con más de 100 personas (en su mayoría de cierta edad) en un salón privado de un restaurante, pensando que su esposo y otro hombre, un famoso director general del mundo de la moda, eran los únicos que podían oír gracias a Fortell. “Después, creo que Bob recibió 12 o 14 correos electrónicos preguntándole: ‘¿Cómo puedo conseguir esos audífonos?’”.
Ahora que el producto está en el mercado, Fortell venderá audífonos en una única clínica situada en Park Avenue, en Manhattan. Está decorada como un elegante salón, con los dispositivos expuestos en una presentación de buen gusto que parece sacada del manual de Apple. En la pared cuelga una oblea de silicona con los circuitos de los chips personalizados. En las primeras etapas, su personal, compuesto por cuatro audiólogos, atenderá solo a un par de docenas de clientes a la semana, para asegurarse de que todo vaya bien. En cualquier caso, mientras se aumenta la producción el suministro será limitado.
Esto es fantástico para Fortell, pero parece que el impulso inicial de de Jonge de llevar a todos los abuelos al mundo de los oyentes corre el riesgo de limitarse al uno por ciento, lo que no le cualifica precisamente para recibir la medalla Salk. Cuando le pregunto a de Jonge cómo su invento puede escalarse para cambiar la vida de las masas, sus respuestas (ya sea por el secretismo sobre los planes futuros o simplemente por no tener una buena respuesta) parecen evasivas. En su defensa, Fortell ha resistido la tentación de subir el precio tradicional de los audífonos de alta gama: los 6,800 dólares son, en realidad, un poco menos que otros audífonos recetados médicamente (al igual que con otros audífonos de alta gama, el precio forma parte de un paquete que incluye la colocación y el apoyo de audiólogos profesionales). Aun así, incluso ese precio defendible limita su adopción; es una triste realidad que algunos planes de Medicare y muchos seguros médicos no cubran los aparatos auditivos, una política que condena a millones de personas a un limbo de exclusión conversacional, aislándolas de sus seres queridos y acelerando la demencia.
No está claro si la tecnología Fortell podría encontrar su lugar en los audífonos de venta libre más baratos disponibles hoy en día, que se hicieron posibles gracias a un cambio en la regulación de la era Biden. Entre ellos se encuentran los AirPods Pro 2 de Apple y otras marcas de electrónica de consumo, que se sabe que ayudan a las personas con pérdida de audición, pero no tanto como los dispositivos de gama alta que se combinan con asistencia profesional. La propuesta de Fortell requiere pruebas y ajustes minuciosos, que se prolongarán durante algún tiempo mientras los usuarios se acostumbran a los dispositivos. En cualquier caso, ese enfoque de «guante blanco» consumirá los esfuerzos de Fortell durante el próximo año y más. La expansión vendrá de la mano de la apertura de clínicas en algunas ciudades seleccionadas, y solo más adelante Fortell se planteará la posibilidad de ampliar su negocio para que otros puedan vender la tecnología.
Resultados promisorios
A estas alturas, probablemente te estarás preguntando… ¿quién le paga a este reportero de WIRED para que exagere las perspectivas de una nueva startup? ¿Es realmente tan buena? Es difícil medir la calidad auditiva, pero Fortell se ha propuesto demostrar científicamente que tiene una solución mejor para la pérdida de audición. Contrató a investigadores de los departamentos de audiología y neurociencia del NYU Langone para que asesoraran en un experimento ciego en el que se comparaba Fortell con el principal competidor en audífonos con tecnología de inteligencia artificial, una empresa suiza llamada Phonak, cuyos dispositivos se venden por 4,000 dólares y se consideran el estándar de referencia en productos auditivos con inteligencia artificial (en el estudio, Phonak no se menciona por su nombre y solo se identifica como el grupo de audífonos de control).
La prueba comparó el rendimiento en entornos en los que el ruido provenía a intervalos aleatorios desde tres direcciones, una especie de emulación del problema de la fiesta de coctel. “Esta es una configuración especialmente adecuada para mostrar las ventajas de este aparato, ya que lo que hace es extraer las distintas señales y eliminar algunas de ellas”, afirma Mario Svirsky, profesor de Ciencias Auditivas Noel L. Cohen en la Facultad de Medicina de NYU, que participó como consultor en el estudio (y recibió una remuneración por su trabajo).
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