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La carrera por la innovación avanza y se enfrenta a la escasez de talento para sostenerla

Para innovar, no basta con disponer de tecnología punta, sino que hay que garantizar que la sociedad esté preparada para utilizarla. La escasez de talento se ha convertido en el nuevo reto de la innovación


La inteligencia artificial ha alcanzado un nivel de madurez que la posiciona como motor de la próxima ola de crecimiento económico. Su impacto ya se manifiesta en diversos frentes, desde la automatización de procesos hasta la toma de decisiones basada en datos, y tiende a ampliarse a medida que sectores aún poco explorados comienzan a adoptar la tecnología.

Las pequeñas y medianas empresas, representan una parte significativa de la actividad económica y del empleo en muchos países, siguen presentando tasas de adopción relativamente bajas. Esto revela un enorme potencial de innovación, pero también pone de manifiesto un obstáculo cada vez más relevante: la escasez de talento cualificado para transformar estas capacidades tecnológicas en resultados concretos.

Para Marcio Aguiar, Director de la División Enterprise de NVIDIA para Latinoamérica, este desafío no surge de la resistencia humana ni de la falta de interés, sino que se debe, sobre todo, a la velocidad a la que avanza la revolución digital en comparación con los ciclos de formación y capacitación existentes. Las universidades, los centros de enseñanza técnica y incluso los modelos de formación corporativa se enfrentan a la difícil tarea de actualizarse al mismo ritmo que surgen nuevas herramientas, metodologías y lenguajes. El resultado es un desajuste cada vez mayor entre lo que la tecnología permite hacer y lo que estamos preparados para ejecutar.

Esta carencia no es exclusiva del sector de TI, sino que es un fenómeno transversal que se da en la industria, los servicios profesionales, el comercio minorista, la logística y áreas como el derecho y la selección de personal, donde los sistemas de IA ya realizan análisis rápidos y automatizan tareas repetitivas. En todos estos campos, la automatización no sustituye el trabajo humano, sino que redefine su papel, exigiendo competencias que no siempre forman parte de la formación tradicional.

Para innovar, no basta con tener acceso a la tecnología, es necesario contar con equipos preparados para identificar casos de uso relevantes, estructurar datos, implementar soluciones y escalarlas de forma segura. El avance tecnológico no se traduce automáticamente en productividad, ya que depende de talentos capaces de integrar herramientas sofisticadas en el día a día operativo. La ausencia de estas capacidades ya está empezando a convertirse en una barrera más significativa que la propia tecnología.

La competencia por profesionales calificados ha acentuado la rotación en el sector, lo que ha obligado a las empresas a replantearse sus estrategias de atracción y retención. Los entornos que ofrecen vías continuas de capacitación, tutorías, comunicación transparente, desarrollo del liderazgo y oportunidades reales de crecimiento suelen retener el talento durante más tiempo. La expansión del trabajo a distancia también ha abierto el camino para acceder a perfiles antes inaccesibles, diversificando los equipos y reduciendo la dependencia de mercados locales restringidos. Sin embargo, estas iniciativas no sustituyen la necesidad de formar nuevos profesionales a gran escala.

La solución requiere la coordinación entre empresas, instituciones educativas y gobiernos, sobre todo en regiones donde la infraestructura digital aún es insuficiente o donde las políticas de recualificación no siguen el ritmo de las transformaciones.

Además, estudios recientes refuerzan que este desajuste entre tecnología y talento es particularmente evidente en América Latina. El informe Future of Jobs 2025, del Foro Económico Mundial, muestra que el 84% de los empleadores de la región planean capacitar a sus proprios empleados para satisfacer la creciente demanda de habilidades digitales y tecnológicas, una respuesta directa al déficit de profesionales especializados. El reporte también revela que las competencias humanas, como el liderazgo, la influencia social y la resiliencia, cobran importancia a medida que la automatización, el cambio climático y las nuevas dinámicas operativas remodelan las empresas.

La necesidad de actualización no se limita al sector privado: el 51% de los empleadores latinoamericanos aboga por una mayor financiación pública para la recapacitación, porcentaje que alcanza el 60% en Colombia y el 51% en México. A pesar de ello, la estrategia predominante sigue siendo la formación interna. En México, Colombia y Brasil, la capacitación profesional figura como la principal iniciativa prevista para los próximos cinco años, lo que confirma que la solución más inmediata a la escasez de talento será desarrollar competencias dentro de las proprias organizaciones.

La escasez de talento no debe verse como una limitación humana, sino como una consecuencia natural de un cambio tecnológico que avanza de manera exponencial. El verdadero punto crítico no radica en la capacidad de las personas, sino en la velocidad y el alcance de los sistemas de formación disponibles. Si los gobiernos, las empresas y las instituciones educativas actúan de manera coordinada para ampliar el acceso a la educación digital, actualizar los planes de estudio, crear políticas de transición profesional y promover la inclusión tecnológica, será posible reducir este desajuste y convertir la IA en una palanca para el desarrollo económico y social.

La cuestión central es sencilla: para innovar, no basta con disponer de tecnología punta, sino que hay que garantizar que la sociedad esté preparada para utilizarla. La escasez de talento se ha convertido en el nuevo reto de la innovación, y afrontarlo determinará qué países y empresas lograrán transformar el potencial de la inteligencia artificial en progreso real. El futuro de la innovación dependerá menos de lo que la tecnología es capaz de hacer y más de nuestra capacidad colectiva para crear las condiciones que permitan aprovecharla al máximo.

*Marcio Aguiar, director de la división Enterprise de NVIDIA para Latinoamérica





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