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ya no sirve y comenzaron a repartir las culpas

Como si de un invento de ciencia ficción se tratase, hace poco más de diez años se dio origen a una de las primeras, y más grandes, plantas de energía termosolar en el mundo. La ambición como la ejecución eran gigantescas, más aún el objetivo que buscó suministrar energía limpia a más de 100,000 personas. Hoy ya no sirve

Para contar esta historia tenemos que retroceder al año 2011, cuando el gobierno de Estados Unidos anunció a lo grande el desarrollo de una planta que, en teoría, serviría como ejemplo de innovación energética. Su sede: Tonopah, en el estado de Nevada. Su costo: 1,000 millones de dólares. Su nombre: Crescent Dunes.

El caso de Crescent Dunes es un tanto particular. Para empezar, se puso en marcha gracias a una inyección económica proveniente de diversas compañías, el Departamento de Energía de Estados Unidos e incluso magnates de alto perfil como Warren Buffet. Los nombres a destacar: NV Energy, SolarReserve y Citigroup.

El objetivo era crear un lugar en el que se generara un total de 500,000 MWh anuales durante 25 años. Como rescatan en Review Journal, el entonces senador de Nevada Harry Reid, otorgó permisos para la construcción en terrenos públicos en medio del desierto y hasta Kevin Smith, CEO de SolarReserve, declaró esto era positivo «para ganar el futuro».

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A grandes rasgos, Crescent Dunes se trata de una instalación con cerca de 10,347 espejos con forma de espiral a lo largo de tres kilómetros. En medio, una torre de 200 metros de altura que hubiera servido para almacenar la energía térmica y calentar sal fundida. Ésta última se guardaría en un tanque de almacenamiento, el cual produciría vapor y, por ende, electricidad. 

Un poco complicado, pero la idea en sí era que funcionara durante la noche o bien, cuando no hubiera luz solar directa. Pero un conjunto de inconvenientes truncaron el evento. De primera, si bien la construcción culminó en 2013, tras diversas pruebas la planta comenzó a operar hasta mediados de 2015. Una fuga en un tanque de sales fundidas en 2016 provocó que se apagara la planta durante casi un año

El colmo: nunca alcanzó los niveles de energía prometidos. Para 2018 apenas brindó un máximo del 40% de generación de energía, lo que consecuentemente terminó en una demanda de NV Energy hacia SolarReserve por incumplimiento de contrato. Abril de 2019, cierra Crescent Dunes. Para 2020 se declara en quiebra y la expropia el gobierno. Es cuando comienzan a repartirse las culpas. 

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Por un lado, NV Energy y SolarReserve se han mantenido en litigios durante años dada la mala gestión. Sumado a ello, el alto costo de esta tecnología, la cual fue rebasada con la llegada paneles fotovoltaicos, también fue un factor clave. Además, el cofundador de SolarReserve, Bill Gould, tachó de culpable a la empresa española ACS Cobra, por diseñar un depósito de almacenamiento defectuoso.

Sin embargo, un punto cierto es que al momento en que Crescent Dunes inició operaciones era demasiado tarde. Para 2015 la energía termosolar se consideró obsoleta dado su proceso. Para que sirva, los paneles de estas plantas solares poseen heliostatos, los cuales persiguen el sol a través de sus espejos a fin de concentrar la luz en una mezcla de sales fundidas. Reiteramos el problema: el costo.

Para mantenerlas en operación, cada megawatt por hora de cuesta cerca de 135 dólares. En comparación, las granjas de energía fotovoltaica ofrecen 30 dólares por MWh. Hoy esta promesa energética sirve tan solo como un atractivo visual para pasajeros que sobrevuelan la zona en avión.

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Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://www.xataka.com.mx/energia/uno-grandes-fracasos-energia-solar-esta-desierto-nevada-no-sirve-comenzaron-a-repartir-culpas

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