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Un rasgo clave del envejecimiento podría no ser tan universal como pensamos, revela nuevo estudio

La longevidad y el envejecimiento son un campo de estudio de la salud que ha ido en aumento con el pasar de los años. Es verdad que en solo dos siglos de historia humana incrementamos nuestra esperanza de vida a más del doble. Mientras que en el siglo XIX el promedio mundial era los 32 años, durante el siglo XXI los humanos llegamos a vivir más allá de los 70 años.

Dentro de estos estudios se revisan factores de todo tipo, desde los genéticos hasta los que son más inherentes al ser humano, como los procesos biológicos. Una nueva investigación reveló que el proceso de envejecimiento inflamatorio, conocido como inflammaging, no es un proceso completamente natural y por el que todas las personas atravesamos. Esta información sugiere que el inflammaging está fuertemente condicionado por el ambiente en el que se vive.

El inflammaging es descrito a partir de dos agentes que actúan en nuestro cuerpo en todo momento. Los agentes proinflamatorios y los antiinflamatorios participan en la regulación del sistema inmunológico. Un sistema inclinado al estado proinflamatorio tiene mejor respuesta ante enfermedades, aunque menor durabilidad; mientras que un sistema inclinado al estado antiinflamatorio será más enfermizo, aunque también ofrecerá longevidad. El cuerpo se encarga de mantener un equilibrio sustentable entre ambos tipos de agentes.

A medida que envejecemos, el sistema se vuelve más propenso a un estado inflamatorio. Esto deriva en un constante daño molecular y celular, lo que causa que los adultos mayores tengan cuerpos más frágiles y con capacidades de movilidad reducidas. De igual manera, esto explicaría por qué entre más envejecemos más propensos a enfermedades crónicas nos volvemos.

Sin embargo, lo que se consideraba un evento natural dentro del ciclo de vida humano podría no serlo. Un estudio dirigido por científicos italianos, y publicado en la revista Nature investigó el papel que los factores externos jueganal momento de presentar inflammaging. Se compararon cuatro grupos poblacionales, dos de ellos provenientes de áreas urbanas de Italia y Singapur y dos más de zonas en las que la vida es más tradicional, en áreas indígenas de Bolivia y Malasia.

Un proceso no tan universal

El estudio buscaba resolver la duda de a qué edad el inflammagingcomienza a ser detectable en los humanos, por lo que se obtuvieron muestras de sangre de 2,800 participantes. En cuanto a las personas de Italia y Singapur, los datos fueron los esperados. Entre más edad tuvieran los participantes, mayor presencia de agentes inflamatorios tenía su sangre. También se contabilizaron múltiples diagnósticos de problemas hepáticos y cardiacos.

Pero los resultados de las muestras en Bolivia y Malasia hicieron que los científicos se replantearan la investigación, pues no se toparon con una disminución en los agentes que causan el inflammaging, sino que directamente había grandes grupos que no presentaban ninguno de estos agentes pese a su avanzada edad. Lo que es más, al corroborar los datos, encontraron que, en muchos casos, los adultos mayores no sufrían ningún tipo de enfermedad crónica. Las poblaciones rurales no tenían inflammaging.

Para el caso de Bolivia incluso, se describió que la comunidad seleccionada, Tsimane, suele presentar infecciones frecuentes causadas por parásitos y otros patógenos, que dan muestra de que las condiciones de vida no son las óptimas. Sin embargo, no se detectaron enfermedades crónicas como demencia, problemas del corazón o diabetes.

Transformando nuestra perspectiva de la tercera edad

A pesar de ser un dicho popular el que los adultos mayores de zonas rurales tienen más salud por haber pasado una vida llena de actividad física y consumiendo alimentos completamente orgánicos, la importancia de estos estudios está en descartar el inflammaging como un proceso inherente al ciclo de vida de todas las personas.

Los dichos populares se confirmaron al investigar que los participantes de zonas urbanas, aquellos que presentaban enfermedades crónicas, habían estado gran parte de sus vidas expuestos no solo a dietas altas en calorías y a poca actividad física, sino también a entornos en los que contaminantes ambientales y el estrés por problemas económicos suponen un ataque constante al sistema inmunológico, el cual debe ser combatido elevando los agentes proinflamatorios. Esto, recordemos, deriva en un daño colateral al organismo.

Las teorías, cuya investigación recién comienza, sugieren que el envejecimiento inflamatorio puede podría no relacionarse con la edad, sino con el ambiente en el que se vive. Otra teoría sugiere que el inflammaging sí ocurra en todas las poblaciones humanas, independientemente de su entorno, pero que simplemente se presente de maneras que no hemos medido.

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