Tecnología

Tenochtitlan, ciudad de agua y diques: una lección de tecnología prehispánica

Ubicación de cuerpos de agua dentro de los límites de la Ciudad de México. Las regiones de rojo son las de mayor hundimiento en la era actual.

Andrés Semo

El acueducto

Tenochtitlan fue fundada simbólicamente en 1325 y, desde entonces, creció de forma constante (con excepción de breves periodos de hambrunas o inundaciones). Tras liberarse del yugo tepaneca en 1428, la ciudad entró en una fase de crecimiento acelerado. Su principal fuente de agua potable era el acueducto de Chapultepec, cuya construcción inicial data de 1381. En ese año, el tlatoani Chimalpopoca pidió a su abuelo, el gobernante Tezozómoc de Azcapotzalco, permiso para aprovechar el agua de los manantiales de Chapultepec.

Este acueducto no estaba elevado sobre arcos al estilo europeo, sino que era semisubterráneo en la parte de tierra firme. En el tramo que cruzaba la zona lacustre, corría sobre un montículo de tierra y dentro de una zanja cuyas paredes estaban reforzadas con piedra. En su interior pasaban dos tubos de cerámica, cada uno de unos 50 centímetros de diámetro. Tener dos conductos permitía dar mantenimiento a uno mientras el otro seguía en funcionamiento. El propio Hernán Cortés describió el uso de este acueducto al rey de España en sus Cartas de Relación.


Tenochtitlan

La fundación de Tenochtitlan sobre un islote del lago de Texcoco planteó un reto colosal. No obstante, aquí creció y prosperó la capital de un imperio con una población de 200,000 habitantes. ¿Cómo lo lograron? Estos fueron los factores clave.


Tiempo después, hubo otro intento notable de traer agua a la ciudad. En 1499, el tlatoani Ahuízotl ordenó construir un acueducto desde los manantiales de Xochimilco hasta Tenochtitlan. Ahuízotl fue advertido de los riesgos, debido al caudal abundante de esas aguas, y además los habitantes de Xochimilco se negaron a cooperar. Molesto, el gobernante impuso su voluntad y siguió adelante con la obra. Poco después, el acueducto se rompió y provocó una inundación en la que murió mucha gente. Según relatan las fuentes, durante este desastre Ahuízotl se golpeó la cabeza al pasar por una puerta baja, lesión que le causaría la muerte tres años más tarde, en 1502.

Este episodio demuestra que el desarrollo tecnológico para controlar las aguas del lago enfrentó duras pruebas a lo largo del siglo XV. También evidencia que dichos avances estaban profundamente arraigados en la cultura mexica.

Albarradones

Las fuentes históricas describen que las aguas de los lagos de Chalco y Xochimilco se conectaban con las de Texcoco y México a través de un estrecho canal (que corría aproximadamente por donde hoy se encuentra gran parte de la alcaldía Coyoacán). Veamos brevemente cuáles eran los principales elementos prehispánicos de control del sistema lacustre.

Se menciona, por ejemplo, el albarradón de Nezahualcóyotl: un dique de piedra de al menos 16 kilómetros de longitud. Esta enorme estructura separaba las aguas saladas del lago de Texcoco de las aguas dulces de los lagos del sur. Se formó así un cuerpo de agua aislado entre Tenochtitlan y el albarradón, al que llamaron la laguna de México. El dique atravesaba la laguna de norte a sur, desde la zona del Tepeyac hasta algún punto de la sierra de Santa Catarina (en la actual alcaldía Iztapalapa).

Es interesante notar que los albarradones no servían como caminos transitables, a diferencia de las calzadas. Esto demuestra que su construcción, por ardua que fuera, tenía el propósito exclusivo de controlar el nivel (y quizá la salinidad) de las aguas. Es lógico pensar que el enorme esfuerzo invertido en estas obras respondía principalmente a la necesidad de proteger los cultivos chinamperos. Estas zonas agrícolas eran sensibles tanto a la falta de agua como al exceso de ella; las inundaciones recurrentes provocaban destrucción y hambrunas.

Las Calzadas

Las calzadas, además de su función práctica como vías de transporte, actuaban como diques que ayudaban a regular el nivel del agua. Las crónicas relatan que estas obras contaban con puentes y compuertas, al menos en los tramos cercanos a la ciudad, que podían abrirse o cortarse cuando era necesario (como efectivamente sucedió algún tiempo después en un episodio de inundación).

Por lo general se mencionan tres calzadas principales que conectaban con Tenochtitlan: la de Tlacopan (hoy Calzada México-Tacuba), la de Iztapalapa (hoy Calzada de Pino Suárez) y la de Tepeyac. Sin embargo, es probable que existieran más vías de este tipo. Por ejemplo, la calzada de Nonoalco, que conducía al Huey Teocalli de Tlatelolco, y otra en la zona de la actual Calzada Vallejo. Esto indica que las calzadas formaban una red compleja que servía tanto para comunicar por tierra como para controlar el nivel del agua, complementando la función de los albarradones.

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