La serpiente de 34 millones de años que apareció en EE.UU. y está obligando a replantear la evolución de su especie

En 2024, paleontólogos descubrieron en Wyoming, Estados Unidos, una nueva especie de serpiente prehistórica que proporciona una nueva perspectiva sobre el comportamiento de estos reptiles y termina de completar el conocimiento acerca de la evolución de las boas. La descripción de este animal, publicada en el Zoological Journal of the Linnean Society, fue posible a partir del hallazgo de cuatro especímenes fosilizados datados de hace 38 millones de años.
Se trata de un descubrimiento único, puesto que los ejemplares fosilizados de esta nueva especie llamada Hibernophis breithaupti estaban completos, en buen estado de conservación y, sobre todo, articulados. Se hallaron dentro de un hibernáculo (un espacio donde los animales se refugian juntos durante los meses más fríos). De acuerdo con Michael Caldwell, profesor de la Facultad de Ciencias en la Universidad de Alberta, los ejemplares se encontraban entrelazados, una posición que «representa el comportamiento social de las serpientes, algo que no vemos a menudo«.
El ancestro de las boas
Como señala Caldwell, citado por Sci News. Esta especie podría ser uno de los primeros miembros del grupo Booidea, el cual incluye a especies modernas como las boas y los pitones. Sabemos que hoy en día estas criaturas se extienden por el continente americano; sin embargo, su origen y evolución han sido motivo de debate a lo largo de los años. De acuerdo con el equipo, estos fósiles podrían arrojar luz sobre la evolución de una especie particular: la boa excavadora que habita bajo tierra.
Phys.org menciona que los fósiles estaban completamente articulados, es decir, con los huesos en su posición original, lo que permitió estudiar con precisión la anatomía y evolución de las boas. Uno de los ejemplares, del doble de largo que el resto, dio la oportunidad de observar las distintas etapas de desarrollo dentro de la misma especie. El buen estado de conservación de los cráneos y la disposición completa de las vértebras permitió analizar los cambios en la forma del cuerpo de las serpientes con el paso de los años.
Pero sin duda, lo más curioso de este descubrimiento es el contexto en el que los fósiles lograron conservarse. Y es que durante el Eoceno (periodo que comprende entre hace aproximadamente 56 hasta 34 millones de años), el Sistema Volcánico de la Cuenca y Cordillera Sur estaba increíblemente activo. Las frecuentes erupciones cubrieron el terreno de ceniza volcánica, lo que dio lugar a las condiciones ideales para la fosilización.
Los cuatro ejemplares fueron encontrados en una matriz de lutita fina y arenosa, una roca sedimentaria que actuó como una cápsula del tiempo natural. Los investigadores también sospechan que una pequeña inundación pudo haber atrapado y enterrado al grupo de serpientes, lo que permitió conservar sus restos en tan buen estado hasta el momento de su descubrimiento.
La serpiente que hibernaba
El hallazgo también aporta pistas sobre el comportamiento social de estas antiguas serpientes. Los fósiles de los cuatro especímenes se encontraron juntos y con los cuerpos entrelazados, lo que lleva a los paleontólogos a suponer que estas criaturas pudieron haber estado hibernando en grupo al momento de morir.
Hoy, son pocas las especies que forman grupos para hibernar, una de estas es la de las serpientes de liga (Thamnophis), las cuales forman enormes agrupaciones para pasar el invierno. Incluso se ha observado que otras serpientes solitarias, como las de cascabel, se infiltran en estos grupos para beneficiarse del resguardo colectivo.
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