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Arqueólogos revelan cómo los mayas lograron predecir eclipses con exactitud científica

La habilidad de los mayas para predecir con gran precisión los eclipses es ampliamente reconocida por la comunidad científica. Sin embargo, aún se desconocen los mecanismos exactos que esta civilización mesoamericana utilizó para lograr pronósticos tan acertados. Ahora, un nuevo estudio concluye que los mayas no solo observaban eclipses, sino que desarrollaron un modelo matemático-calendárico predictivo basado en la superposición de ciclos de 405 meses que les permitió anticipar estos eventos astronómicos durante siglos.

Actualmente, la cantidad de materiales disponibles para estudiar la astronomía maya es relativamente reducida. No obstante, el Códice de Dresde ha arrojado nueva luz sobre cómo los mayas comprendían el movimiento de los astros. Esta obra, considerada la más completa y de mayor calidad entre los cuatro manuscritos mayas conservados en el mundo, fue elaborada en la península de Yucatán durante el periodo posclásico tardío. Compuesta por 39 láminas de corteza de árbol con una longitud de 3.56 metros, contiene calendarios rituales y adivinatorios, tablas astronómicas y meteorológicas, instrucciones ceremoniales y numerosas representaciones de deidades.


Los eclipses solares se asociaban con lo oscuro y nefasto. En lengua nahua se les describía como Tonatiuh qualo, “el Sol es comido”, y en maya, Pa’al K’in, “Sol roto”


En una reciente investigación publicada en Science Advances, arqueólogos de las universidades estatales de Nueva York en Albany y en Plattsburgh analizaron las tablas astronómicas del Códice de Dresde. Su trabajo reveló nuevas pistas sobre los procedimientos que los mayas empleaban para anticipar los eclipses, no solo en su territorio, sino también a escala global.

El estudio parte del análisis de una tabla de predicción que registra 69 fechas de luna nueva distribuidas en 405 meses sinódicos o lunaciones (el tiempo transcurrido entre una luna nueva y la siguiente). Este registro fue elaborado a partir de las observaciones de los ciclos lunares realizadas por los vigilantes de los días (Ajq’ij en k’iche’), sacerdotes o guías espirituales encargados de medir el tiempo y recomendar rituales conforme a los ciclos temporales. Según el estudio, la sucesión de los días se contaba a partir de la primera luna creciente posterior a la luna nueva.

Los autores señalan que este instrumento funcionó inicialmente como un calendario lunar. Sin embargo, mediante la observación continua y la reproducción sistemática de sus ciclos, fue adaptado para la predicción de eclipses solares.

Después de observar varios recorridos completos del calendario lunar de 405 meses, los astrónomos mayas identificaron series de intervalos en los que los eclipses tendían a repetirse, denominadas “estaciones de eclipse”.

De las 69 fechas registradas en la tabla, 55 corresponden a momentos con posibilidad de eclipse solar. Estas se organizan en series de seis y una de siete fechas, separadas por intervalos de seis lunaciones. Las restantes marcan lapsos de 11 o 17 lunaciones entre una estación de eclipse y otra.

El secreto de los mayas para predecir eclipses

Estas variaciones se deben a la desincronización gradual entre el ciclo lunar y el ciclo nodal (el desplazamiento de los nodos de la órbita lunar, donde pueden ocurrir eclipses), lo que podría provocar errores en las predicciones. Sin embargo, los mayas idearon un método para reducir esa tasa de fallo.

Contrario a lo que se pensaba, una nueva tabla de observación no comenzaba justo donde terminaba la anterior: los calendarios se superponían en puntos intermedios precisos (a las 223 o 358 lunaciones). Según la investigación, este mecanismo permitía corregir de forma natural los errores acumulados entre el ciclo lunar y el de eclipses, manteniendo así la exactitud de los pronósticos.

Los investigadores compararon los datos del Códice de Dresde con el registro histórico de eclipses de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos (NASA) y confirmaron la alta precisión del sistema maya. La comparación también reveló que su modelo astronómico, basado en el ciclo lunar, no solo anticipaba los eclipses visibles en el territorio mesoamericano, sino también aquellos ocurridos en otras regiones del planeta.

El texto añade que la duración de 405 lunaciones no fue elegida con el propósito inicial de comprender los eclipses, sino para armonizar los ciclos lunares con el Tzolk’in, el calendario ritual de 260 días utilizado para determinar el destino de las personas según su fecha de nacimiento.

Esta conclusión retoma la hipótesis del investigador Floyd Lounsbury, quien previamente cuestionó la idea de que la referencia de 11,960 días (equivalentes a los 405 meses lunares), mencionada con frecuencia en los textos jeroglíficos mayas, estuviera directamente relacionada con los eclipses. Según Lounsbury, dicha cifra correspondía a una tabla general de intervalos lunares empleada para calcular la duración de los meses y los ciclos temporales.

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Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://es.wired.com/articulos/como-los-mayas-lograron-predecir-eclipses

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