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El futuro de la Educación Superior: aprender, desaprender y reaprender

El futuro de la educación ya no puede sostenerse más en el antiguo modelo educativo que ha quedado obsoleto a todas luces. La idea de que un título universitario es una garantía para toda la vida ha desaparecido, “probablemente junto con la máquina de fax”En el siglo XXI, el imperativo ha cambiado drásticamente. «El antiguo modelo de aprender, trabajar, retirarse ha desaparecido», afirmó. “Hoy es aprender, trabajar, ‘re-aprender’. De lo contrario, los robots te van a quitar el almuerzo”, dijeron expertos de instituciones educativas en un foro organizado por la IE University e Imperial College London: ‘Reinventing Higher Education

Este cambio plantea un desafío existencial para las instituciones de educación superior: ¿cómo se prepara a alguien para un trabajo que aún no existe?


Ikhlaq Sidhu, decano de la IE School of Science and Technology y figura clave en el ecosistema emprendedor de Silicon Valley como director fundador del Sutardja Center de UC Berkeley, traza la nueva línea divisoria de la Inteligencia Artificial.


El desafío: Entrenar para un futuro desconocido

La ansiedad define la experiencia del estudiante moderno. Lucas Grossman, rector de la Universidad de San Andrés (UdeSA), lo resumió con una potente analogía: «Imagina que te dicen que vas a representar a tu país en los Juegos Olímpicos dentro de 20 años. Pero no te dicen en qué disciplina. ¿Qué haces? Eso es perplejidad. Es ansiedad. Y esa es la situación que enfrentan los estudiantes que comienzan la universidad ahora».

Para Grossman, el riesgo es pensar en la educación continua «como una forma de obtener un martillo láser más moderno». La solución real, argumentó, es «construir un kit de herramientas más amplio» y «crecer horizontalmente», adoptando enfoques interdisciplinarios.

Si la tecnología y la IA han democratizado el «conocimiento», el nuevo valor de la universidad reside en enseñar habilidades meta-cognitivas: curiosidad, flexibilidad y la capacidad de aprender a aprender.

Emma McCoy, vicepresidenta de la London School of Economics (LSE), citó a Isaac Asimov para enmarcar el desafío: «El aspecto más triste de la vida en este momento es que la tecnología reúne conocimiento más rápido de lo que la sociedad reúne sabiduría». El papel de la universidad, según McCoy, es «abordar ese punto sobre la construcción de sabiduría en lugar de solo construir conocimiento, que ahora está democratizado».

Lucas Grossman reforzó esta idea desde la perspectiva del mercado laboral: «Un headhunter me dijo: ‘hasta ahora… intentábamos entender qué sabía la persona… Ahora, cada vez más, lo que tenemos que mirar es si la persona es lo suficiente curiosa, si sabe hacer las preguntas correctas, si es flexible’. ¿Y cómo se enseña eso? No es solo agregar conocimiento. Es cambiar una actitud».

Para McCoy, esto incluye enseñar habilidades que la IA no puede replicar, como «aprender del fracaso». La universidad debe ser «una especie de ‘caja de arena’, donde puedes experimentar… y aprender a aprender».

El habilitador: tecnología, personalización y escala

Este nuevo modelo debe ser escalable, y aquí la tecnología resulta crucial. Martín Rodríguez de IE University explica que el aprendizaje «necesita motivación y esfuerzo», y la personalización es clave para mantener el compromiso: «Mi hijo tiene 13 años y es fanático del fútbol. Si está aprendiendo inglés con Bellingham hablándole como un avatar, estará más comprometido. Esto es personalización».

Sin embargo, reconoce el dilema inevitable: «Hay un equilibrio entre personalización y privacidad que debe gestionarse con responsabilidad».

El nuevo panorama competitivo

Las universidades ya no compiten solo entre ellas. «La IA es competencia. Las plataformas tecnológicas son competencia», advierte Rodríguez. «No tenemos que proporcionar entretenimiento, tenemos que proporcionar educación relevante».

La supervivencia depende de alianzas estratégicas. Mikael Lindstrom del KTH Royal Institute of Technology describe el modelo sueco: «Tenemos el Expert Learning Lab, donde cuatro grandes universidades y las cuatro compañías más grandes educan a 100,000 expertos. Es una comunidad de práctica donde aprenden unos de otros».

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