En el fondo, solo hay una empresa de IA: Así funciona el oligopolio que controla la revolución

Todo empezó, como tantas cosas, con Elon Musk. A principios de la década de 2010 se dio cuenta de que la IA iba camino de convertirse quizá en la tecnología más poderosa de todos los tiempos. Pero tenía la profunda sospecha de que si caía bajo el control de poderosas fuerzas con fines de lucro, la humanidad saldría perjudicada. Musk había sido uno de los primeros inversionistas en DeepMind, el laboratorio con sede en el Reino Unido que iba por delante en la búsqueda de la inteligencia artificial general. Después de que Google comprara DeepMind en 2014, Musk cortó lazos con la organización de investigación. Creía que era esencial crear una fuerza contraria incentivada por el beneficio humano, no por los beneficios. Así que ayudó a crear OpenAI. Cuando entrevisté a Musk y Sam Altman en la presentación de la empresa en 2015, insistieron en que los beneficios de los accionistas no serían un factor en sus decisiones.
Avancemos hasta hoy. OpenAI vale medio billón de dólares, o quizá 750,000 millones, y su rama con fines de lucro se ha convertido en una corporación de beneficio público. Musk, la persona más rica del mundo, dirige su propia empresa de IA con fines de lucro, xAI. Demasiado para los laboratorios sin fines de lucro. Pero ni siquiera el más asustado de los pesimistas de hace una década imaginó que la IA avanzada estaría controlada por un único gigante, entrelazado y ávido de dinero.
Eso es lo que tenemos hoy. Y lo que es aún más preocupante, este complejo interconectado está financiado en parte por potencias extranjeras y apoyado por el gobierno estadounidense, que parece dar prioridad a ganar sobre la seguridad. Esta colección rococó de asociaciones, fusiones, acuerdos de financiación, iniciativas gubernamentales e inversiones estratégicas vincula el destino de prácticamente todos los grandes actores de la IA. Yo llamo a esta entidad The Blob [que podríamos traducir como “la masa amorfa”].
La caja negra de la IA
Una descripción completa de las conexiones entre estas entidades me llevaría mucho más allá de mi límite de palabras aquí. Incluso la elaboración de una lista simplificada requiere el uso de… lo adivinaste: IA. Lectoras y lectores, lo confieso. Acudí a GPT-5 para que me ayudara a hacerme una idea completa. «Me da vueltas la cabeza», escribí, tragándome mi orgullo para pedirle a este loro estocástico y presumido una lista exhaustiva de acuerdos, inversiones, asociaciones y acuerdos gubernamentales relacionados con la nube. Tuvieron que pasar dos minutos y 35 segundos antes de que el normalmente rápido LLM volviera con algunas respuestas. «No te equivocas al decir que marea», señaló el bot, siempre adulador. «Es básicamente una gigantesca máquina circular de dinero y cálculo». Nota para GPT: No puedes escribir el texto de este ensayo. Déjame la editorialización a mí. En cualquier caso, una vez que se detuvo su pundonor, GPT-5 procedió a escribir varios miles de palabras, con diagramas de flujo, flechas y referencias cruzadas a docenas de acuerdos como la icónica iniciativa Stargate que une a OpenAI, Oracle, Nvidia, Softbank y una empresa de inversión de Abu Dhabi, con el apoyo del gobierno de EE UU.
Esta semana hemos conocido un caso más reciente: un complicado acuerdo en el que participan Nvidia, Microsoft y Anthropic. El comunicado de prensa de Microsoft lo resume en tres líneas, como un verso mediocre de Allen Ginsberg: «Anthropic escalará Claude en Azure / Anthropic adoptará la arquitectura de NVIDIA / NVIDIA y Microsoft invertirán en Anthropic». El acuerdo tiene las características de lo que los críticos llaman un acuerdo circular, por el que el dinero va y viene entre empresas antes de que intervenga un solo cliente. Microsoft está invirtiendo al menos 5,000 millones de dólares en Anthropic (rival directa de OpenAI, socia clave de Microsoft) y Anthropic se ha comprometido a comprar computación por valor de 30,000 millones de dólares de la nube de Microsoft. Mientras tanto, Nvidia invierte en Anthropic, que se compromete a desarrollar su tecnología en chips Nvidia. ¡Puf! Nvidia se mete de lleno en el negocio de sus clientes. Microsoft se protege de su anterior dependencia de OpenAI. Y la valoración de Anthropic salta a 350,000 millones de dólares. Hace apenas dos meses, estaba valorada en 183,000 millones de dólares.
Anthropic no ha hecho comentarios sobre el acuerdo más allá de un comunicado de prensa, remitiendo a los periodistas a un video en el que los tres CEO explican el acuerdo. Los jefes de la hiperescala participan a distancia; estos acuerdos son tan rutinarios que, al parecer, no vale la pena subirse a un avión para anunciarlos en persona. En el video, Satya Nadella, de Microsoft, aparece en el centro, radiante como el gato de Cheshire mientras invoca lo que podría ser el eslogan de The Blob: «Cada vez seremos más clientes los unos de los otros». Mientras expone los detalles, los demás asienten con la cabeza. A la izquierda, el Director General de Anthropic, Dario Amodei. Anthropic no tiene su propia nube ni un flujo de ingresos no relacionado con la IA como Google, Microsoft o Meta, así que ahora ha añadido Microsoft a sus anteriores acuerdos de acciones por computación con Amazon y Google. Truco de sombrero.
Jensen Huang, de Nvidia, con su característica chaqueta de cuero, califica el acuerdo de «sueño hecho realidad» y explica que llevaba tiempo observando a Anthropic y que está encantado de añadir la empresa a su abultado libro de acuerdos. «Estamos en todas las empresas de todos los países», asegura. «Ahora esta asociación de los tres nos permitirá llevar la IA, Claude, a todas las empresas, a todos los sectores, en todo el mundo».
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