Qatar quiere consentir a Trump con un nuevo avión presidencial de 400 millones de dólares

Qatar podría donar a Donald Trump un Boeing 747-8 valorado en 400 millones de dólares, que podría servir como Air Force One: el avión presidencial temporal que el presidente conservaría incluso después de abandonar la Casa Blanca. El nuevo Boeing 747-8KB fue construido en 2012 y está configurado como un jet privado de lujo. En su interior, presenta un diseño refinado realizado por el estudio francés Alberto Pinto.

De acuerdo con lo revelado por ABC News, la aeronave pasaría a manos de las Fuerzas Aéreas estadounidenses para ser utilizada hasta poco antes del final del mandato republicano, y después sería transferida a la Trump Presidential Library Foundation, la organización sin fines de lucro que, según la tradición estadounidense, cada expresidente crea para preservar documentos, recuerdos y materiales de su administración.

El anuncio oficial del regalo se espera para esta semana, con motivo de la visita de Trump a Qatar. De confirmarse, sería uno de los obsequios diplomáticos más costosos de la historia reciente de Estados Unidos. Sin embargo, la iniciativa plantea dudas tanto sobre los verdaderos motivos de Qatar, que mantiene importantes relaciones económicas con el mandatario, como sobre su compatibilidad con la cláusula constitucional que limita la aceptación de regalos por parte de gobiernos extranjeros.

Un regalo estratégico

A diferencia de los líderes de muchos otros países, el presidente de EE UU siempre viaja en un avión dedicado y altamente especializado, comúnmente conocido como Air Force One. Esta denominación no se refiere a una aeronave concreta, sino que es el nombre en clave que se utiliza para cualquier avión de las Fuerzas Aéreas estadounidenses cuando el presidente se encuentra a bordo. Estos aviones no son meros medios de transporte, sino verdaderos centros de mando volantes, equipados con oficinas, salas de conferencias, dependencias privadas, sistemas de comunicación seguros, defensas antimisiles y capacidad para repostar en vuelo, lo que permite al presidente permanecer operativo incluso durante viajes largos o crisis internacionales. Actualmente, la flota presidencial consta de dos Boeing 747-200B modificados, en servicio desde 1990.

Sin embargo, tras más de 30 años de servicio, estos dos aviones presidenciales necesitan ser reemplazados con urgencia, y es precisamente en esta fase de transición donde encaja la oferta de Qatar. La administración Trump lleva años esperando dos nuevos Boeing 747-8 modificados para sustituir a los actuales, que están envejeciendo. Estos nuevos aviones, encargados durante la primera presidencia de Trump, estaban previstos inicialmente para 2024, pero se pospusieron a 2027 debido a retrasos en la producción y problemas técnicos de Boeing. El regalo qatarí ofrecería así a Trump una alternativa inmediata y prestigiosa, que solo requeriría modificaciones para adaptarlo a las normas de seguridad presidenciales, trabajo que la empresa estadounidense L3Harris Technologies ya habría comenzado en su base de San Antonio, Texas.

No obstante, en un contexto político, es raro que una oferta de tal magnitud sea desinteresada. Detrás de esta aparente cortesía diplomática se esconden dinámicas más complejas. Qatar, un pequeño pero muy rico Estado del golfo Pérsico gracias a sus enormes reservas de gas natural, busca consolidar su estatus de aliado privilegiado de Estados Unidos, tras haber sido designado aliado principal no perteneciente a la OTAN en marzo de 2022. Este estatus, similar al que disfrutan países como Japón, Corea del Sur e Israel, otorga privilegios especiales en las relaciones militares y de seguridad con Washington, incluido el acceso facilitado a la compra de armamento avanzado. El país alberga también la base aérea de Al Udeid, la mayor instalación militar estadounidense en Oriente Próximo, con alrededor de 10,000 soldados, y considera crucial mantener excelentes relaciones con Washington en una zona geográfica inestable.