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Cuando los clones de caballos llegaron al polo, todo se salió de control

Los caballos están resbaladizos por el sudor, con las venas abultadas y los pies danzando a través de una vorágine de piernas, mazos y terrones que vuelan; son 2,700 kilos de carne dando tumbos detrás de una diminuta bola blanca. Los jinetes golpean sus mazos a ciegas bajo las sillas de montar. Pero Adolfo Cambiaso parece tranquilo. Levanta una mano enguantada y balancea la cabeza de su mazo en un arco perfecto a través de la maraña de caballos y humanos para golpear la pelota y enviarla directamente hacia la portería. Es el último partido del Abierto Argentino de Polo 2016 (el partido de polo más importante del año en el país más obsesionado con el polo del mundo) y hay unos 30,000 espectadores en las gradas, todos observando cada movimiento de Cambiaso.

Polo y tecnología

Dependiendo de a quién se pregunte, Cambiaso puede ser descrito como un encantador de caballos, un símbolo sexual o una maravilla de la longevidad. Y todo es cierto: a sus 41 años, es fácilmente el jugador de mayor edad en este campo, con su atractivo rostro y su mentón hendido curtidos por el sol y cubiertos de una barba incipiente, y el cabello oscuro enmarañado por el sudor. Pero el hecho más universalmente aceptado es que Cambiaso es el mejor jugador de polo vivo (el primero del ranking durante unas dos décadas), si no el mejor de todos los tiempos. Por si fuera poco, también es un magnate de la cría de caballos que está, en este mismo campo y en este mismo juego, transformando el polo, de ser un deporte de reyes a ser un laboratorio pionero de biotecnología aplicada.

Ha sido un partido mezquino y reñido, una batalla entre Cambiaso y Facundo Pieres, el único jugador vivo que podría desafiar su posición en la cima del ranking deportivo. Al acercarse el final del partido, Cambiaso debe tomar una decisión crucial. Los campos de polo tienen 300 yardas de largo (unos 275 metros). Incluso los mejores ponis de polo (así se llaman los caballos en ese deporte) se cansan tras unos minutos de correr a 48 kilómetros por hora, por lo que los jugadores de élite llevan 10 o más caballos a cada partido, cambiando de corcel hasta una docena de veces. Cambiaso debe elegir qué caballo montar en la recta final del partido.

Entre sus ponis hay seis yeguas alazanas delgadas con manchas blancas en sus frentes oscuras. Cambiaso ha montado miles de caballos en sus décadas de carrera, pero estas yeguas son especiales. Son copias genéticas perfectas, clones hechos por una compañía llamada Crestview Genetics del poni más célebre que jamás haya pisado un campo de polo: una yegua premiada y recientemente retirada llamada Cuartetera. Como pareja, Cambiaso y Cuartetera eran casi imbatibles. «El mejor caballo que jamás haya jugado al polo», asegura el veterinario equino Scott Swerdlin, quien ayudó a cuidar los ponis de Cambiaso al principio de su carrera. Lo tenía todo: aceleración, velocidad, agilidad y una mente tranquila y aguda. El caballo era, como les gusta decir a los argentinos, una máquina.

Adolfo Cambiaso esprinta hacia la meta durante un partido del US Open Polo Championship 2025.Fotografía: Gabriella Angotti-Jones

Para esos últimos momentos de la final, Cambiaso selecciona Cuartetera B06, el sexto clon que ayudó a crear.

Cuartetera x 6

Dos minutos después, esta sexta Cuartetera está lejos, arrasando en la cancha mientras Cambiaso y sus compañeros corren hacia el extremo norte. El balón sale disparado hacia adelante y encuentra al compañero de Cambiaso, quien lo guía entre los postes mientras la multitud aclama y ondea banderas argentinas. En cuestión de segundos, todo termina. Cambiaso (y la Cuartetera B06) han ganado.

Jugador y caballo se ven rápidamente envueltos en una multitud de felicitaciones. Entre quienes los animan se encuentra el hijo de Cambiaso, Adolfo Jr., conocido como Poroto; a sus 11 años ya es un prodigio del polo. También entre la multitud se encuentra Alan Meeker, socio de Cambiaso y fundador de Crestview. Meeker, un hombre delgado de cabello fino y canoso y ojos oscuros y serios, abraza al campeón.

Más allá del exclusivo mundo del polo, el partido se considera histórico. Es la primera vez que alguien juega una final de polo con seis caballos idénticos y, mucho menos, gana con ellos. La victoria no solo refuerza la reputación de Cambiaso como el jugador de polo más dominante, sino que consolida el lugar de la clonación en este deporte. Los aficionados al polo han tratado la clonación con escepticismo durante mucho tiempo, temiendo que las crías clonadas fueran poco más que imitaciones enfermizas de caballos que antaño fueron grandes. Pero ahora, un equipo de clones ha derrotado con contundencia a una de las mejores empresas de cría de caballos existentes. En declaraciones a la revista Science después del partido, Meeker, un tejano que amasó su fortuna en el sector del petróleo, el gas y los bienes raíces antes de convencer a Cambiaso de unirse a su empresa de clonación, califica la victoria como una «prueba de concepto».

Las nuevas reglas del juego

¿Qué concepto, exactamente? Para Cambiaso, parece ser este: en un deporte donde los caballos son más importantes que sus jinetes, quien pueda clonar indefinidamente al mejor corcel del mundo tiene la ventaja definitiva. Si Cambiaso logra gestionar estratégicamente su manada de Cuarteteras clonadas, y si el joven Poroto sigue demostrando su potencial como jugador, este podría ser el comienzo de una dinastía multiespecie en el polo. Su fórmula consiste en capitalizar años de superioridad en la cría de caballos mediante la clonación, asegurar las líneas de sangre y dominar el deporte.

El único defecto es que Cambiaso no es el único que controla esos linajes. Un día, casi cuatro años después de aquel encuentro de 2016, un acuerdo secreto hecho a bordo de un superyate desbarataría toda la fórmula. Esta historia, basada en cientos de documentos judiciales, testimonios y declaraciones, es la crónica de esa traición.

Escenas del US Open Polo Championship de 2025 en Wellington, Florida.Video: Gabriella Angotti-Jones 

Imelda Marcos, la primera dama de Filipinas entre 1965 y 1986, parece haber sido quien plantó primero la idea de la clonación en la mente de Alan Meeker. Esto ocurrió por la época del auge del fracking a principios de la década de 2000, cuando Meeker (un empresario de petróleo y gas de tercera generación) se dedicaba a la compra y explotación de yacimientos de gas natural en Barnett Shale, una enorme reserva de gas que abarca más de una docena de condados en el norte de Texas.

Un yacimiento de gas natural que Meeker esperaba comprar parecía estar relacionado con Marcos y su difunto esposo, el notoriamente corrupto expresidente de Filipinas. Para investigar la venta, Meeker mantuvo una serie de llamadas telefónicas con la muy conversadora Marcos. Durante una conversación, Meeker le contó a la esposa del exdictador que recientemente le habían diagnosticado diabetes tipo 1, una enfermedad en la que el sistema inmunitario ataca las células productoras de insulina del páncreas. Según Meeker, Marcos mencionó que cuando su abogado contrajo cáncer de páncreas, sus médicos intentaron clonarle un nuevo páncreas. ¿Quizás Meeker debía intentar el mismo enfoque?

Meeker nunca clonó su páncreas

Pero la conversación le dio una idea. Meeker había jugado polo amateur a los treinta y tantos años y sabía lo importante (y lo cara e ineficiente) que era la cría tradicional de caballos para este deporte. A finales de 2008, empezó a hablar con un par de científicos, preguntándoles si era posible clonar caballos. Le dijeron que sí, aunque no había garantía de que los clones tuvieran el mismo rendimiento que los originales en el campo de polo. Intrigado, Meeker comenzó la búsqueda del caballo (y el jugador de polo) perfecto para iniciar su experimento de clonación.

En el verano de 2009, Cambiaso y el petrolero se conocieron. En una granja al oeste de Londres, Cambiaso escuchó a Meeker compartir sus planes de clonación de caballos. Casualmente, Cambiaso estaba especialmente preparado para la propuesta. Años atrás, cuando uno de sus caballos favoritos, un semental llamado Aiken Cura, tuvo que ser sacrificado repentinamente, Cambiaso les había pedido a sus veterinarios que guardaran una muestra genética de la piel del caballo en un depósito criogénico. Había estado esperando la oportunidad de clonar al semental.

En Inglaterra, ambos hombres llegaron a un acuerdo verbal. Cambiaso cedería a la empresa de Meeker tejido de cinco de sus mejores caballos: Colibri, Small Person, Dolfina Lapa, Aiken Cura y Cuartetera. El plan inicial era que la empresa de Meeker licenciara la tecnología para clonar los caballos y que los hombres vendieran los clones por un mínimo de 250,000 dólares cada uno. Para endulzar el trato, la empresa de Meeker pagó a Cambiaso un millón de dólares, que el jugador de polo depositó en una cuenta bancaria suiza a nombre de Aiken Cura.

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Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://es.wired.com/articulos/cuando-los-clones-de-caballos-llegaron-al-polo-todo-se-salio-de-control

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