Estaba tan harto de lo lento que era Windows 11 frente al 10 que buscó en el código y encontró un detalle que explicaba todo

Desde la llegada de Windows 11 en 2021, una de las principales quejas en contra de este sistema operativo ha sido su lentitud. Recientemente, un youtuber llamado epcidiy demostró que, incluso en computadoras modernas, tareas tan simples como abrir un menú contextual o ejecutar el administrador de tareas pueden llegar a entorpecer su rendimiento.
Según el creador de contenido, el motivo es que Microsoft apostó por tecnologías que si bien modernizan la interfaz, también ralentizan la experiencia del usuario. Por supuesto, es posible desactivar las animaciones del sistema para agilizar las tareas; sin embargo, esta no es una solución permanente ni resuelve el problema en todos los casos.
Las tecnologías detrás de la estética
Epcidiy señala que la culpa de este problema la tienen dos tecnologías específicas: las islas XML y el Lenguaje de Marcado de Aplicaciones Extensible (XAML). Ambas fueron introducidas por Microsoft para facilitar la creación de interfaces modernas en la Plataforma Universal de Windows (UWP) y en aplicaciones Win32.
Mientras que XAML permite separar la lógica de la aplicación del diseño de la interfaz y agiliza el desarrollo, las islas XML hacen posible integrar componentes XAML en aplicaciones clásicas. Sin embargo, todo tiene un precio y el de esta modernización es que el renderizado es más lento y complejo.
La GPU no siempre salva el día
A pesar de que la aceleración por hardware mediante GPU debería resolver estos problemas, esto no siempre es así. Los sistemas suelen priorizar el ahorro de energía y delegar las tareas a la tarjeta gráfica integrada, lo que reduce el rendimiento. Además, muchas de las acciones más simples no aprovechan el potencial de estas tarjetas.
El canal incluso compara esta situación con usar un coche para recorrer una distancia que sería más rápida en bicicleta: la carga inicial de la GPU puede ser más un obstáculo que una ayuda. Y la evidencia es clara cuando se compara el menú moderno de Windows 11 con el clásico: este último es significativamente más rápido y consume menos recursos.
Si bien la intención de Microsoft fue unificar y modernizar la experiencia visual de Windows, al sacrificar la fluidez en pro de una estética consistente, hizo un movimiento arriesgado que no terminó de convencer a todos los usuarios. Dicha decisión reavivó el debate entre la innovación visual y el rendimiento: ¿vale la pena ralentizar el sistema operativo para mejorar su apariencia o es hora de replantear las prioridades?
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