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Arte rupestre revela vínculos milenarios entre el norte de México, Texas y las cosmovisiones mesoamericanas

La relación cultural entre los pueblos antiguos del norte de México y Texas y los de Mesoamérica podría ser más estrecha de lo que se pensaba. Una investigación reciente reveló que el arte rupestre característico del río Pecos (que se extiende a lo largo de la frontera entre Texas y Nuevo México) influyó en la cosmología de diversas comunidades mesoamericanas, lo que sugiere una interacción simbólica de largo alcance entre estas regiones.

Un equipo interdisciplinario de especialistas, liderado por la Universidad Estatal de Texas (TXST), logró fechar con precisión el arte rupestre del estilo del río Pecos (Pecos River Style, o PRS). Sus resultados indican que estas obras tienen una antigüedad cercana a los 6,000 años, una cifra ligeramente superior a las estimaciones previas. Además, demostraron que forman parte de una tradición artística altamente simbólica que se mantuvo prácticamente sin cambios durante más de 4,000 años, trascendiendo límites territoriales y temporales.


Los hallazgos confirman que las Tierras Bajas Mayas del Período Clásico no solo estaban densamente habitadas, sino que también contaban con una estructura compleja.


En 2016, Carolyn Boyd, profesora investigadora de Shumla en el Departamento de Antropología de la TXST, propuso que los murales encontrados en la reserva White Shaman (ubicada en la región del Bajo Pecos) estaban vinculados a las creencias religiosas de culturas mesoamericanas. Esta hipótesis se basó en un análisis iconográfico comparativo que encontró correspondencias entre las figuras del PRS y símbolos propios de diversos sistemas rituales del centro y occidente de México.

El planteamiento obtuvo respaldo adicional cuando líderes contemporáneos de la comunidad Wixárika (pueblo indígena también conocido como huichol, asentado principalmente en la Sierra Madre Occidental, en los estados de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas) identificaron en esos murales elementos rituales que guardan similitudes con sus tradiciones. Este reconocimiento reforzó la idea de una continuidad simbólica profunda entre distintos grupos indígenas a lo largo de milenios.

El nuevo estudio, publicado en la revista Science, aporta evidencia sólida para confirmar esta conexión y muestra que no se trata de casos aislados, sino de un patrón repetido en toda la región del río Pecos. Para ello, los científicos analizaron los vestigios pictográficos de 12 yacimientos mediante técnicas avanzadas de datación. A través de un examen microscópico de 588 superposiciones de color presentes en 256 figuras policromáticas, determinaron que en más del 98% de los casos las pinturas seguían el mismo orden cromático: una base negra, seguida de rojo, después amarillo y finalmente blanco. Esta secuencia recurrente sugiere que las obras respondían a normas compartidas y a un sistema cultural coherente sostenido durante miles de años.

Arte rupestre

Los artistas del estilo del río Pecos incorporaron elementos naturales en la pared rocosa para que sirvieran como ojos y nariz a esta figura de aspecto humanoide.Cortesía Jerod Roberts/Shumla

Para lograr una datación precisa, el equipo empleó la técnica de oxidación por plasma de baja energía, que permite extraer mínimas cantidades de carbono orgánico sin causar daños significativos a los pigmentos. Este método supera las limitaciones de la datación tradicional por radiocarbono y posibilitó obtener 56 fechas directas a partir de pigmentos, además de 25 más en capas de oxalato asociadas. El resultado es el conjunto de fechas más completo y confiable de arte rupestre en el continente americano hasta ahora.

“Hemos descubierto que las comunidades indígenas comenzaron a pintar estos murales sagrados y policromáticos hace casi 6,000 años. Utilizando el mismo estilo gráfico, sistema de símbolos y reglas de aplicación, continuaron creando estos manuscritos visuales durante más de 4,000 años”, señaló Boyd, coautora del estudio. Según sus cálculos, esta continuidad abarca poco más de 175 generaciones, lo que implica que el estilo y su profundo simbolismo persistieron a pesar de transformaciones climáticas, cambios en las formas de subsistencia y variaciones en la organización social.

De acuerdo con la TXST, esta evidencia confirma que las pinturas del estilo del río Pecos, situadas en un paisaje cultural clave, transmitieron conceptos metafísicos complejos que más tarde influyeron en las creencias y la expresión simbólica de sociedades agrícolas mesoamericanas. Esto sugiere que las comunidades cazadoras-recolectoras de la región desarrollaron sistemas religiosos sofisticados, en los que cuevas y abrigos rocosos funcionaban como portales hacia ámbitos sobrenaturales. En este contexto, los murales del PRS operaban como archivos visuales para transmitir rituales y conocimientos espirituales.

La precisión de la datación y la interpretación antropológica alcanzada en este estudio ofrecen una herramienta poderosa para reconstruir la historia cultural de América del Norte. Como concluye Boyd, “lo más emocionante es que hoy las comunidades indígenas de Estados Unidos y México pueden relacionar las historias representadas en estas imágenes con sus propias cosmologías, lo que demuestra la antigüedad y persistencia de un sistema de creencias panamericano con al menos 6,000 años de historia”.

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Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://es.wired.com/articulos/arte-rupestre-revela-vinculos-milenarios-entre-el-norte-de-mexico-texas-y-las-cosmovisiones-mesoamericanas

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