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“Los psicodélicos son una mina de oro para México, pero los científicos están atados de manos para investigarlos”

Estamos en medio de un Renacimiento Psicodélico. Imagina que tienes la cura potencial para la crisis de salud mental más grande de la historia guardada en un cajón, pero una ley escrita hace cincuenta años te prohíbe abrirlo. Peor aún: esa cura ha sido parte de tu cultura durante milenios, pero hoy, investigarla es un delito. Esta es la paradoja que vive México. Mientras el mundo experimenta este hype y universidades como Johns Hopkins demuestran que sustancias como la psilocibina pueden tratar la depresión profunda con una eficacia que los antidepresivos tradicionales envidiarían, seguimos atrapados en el pánico moral de los años setenta.

“En México, estamos sentados sobre una mina de oro de conocimiento tradicional y biodiversidad, pero atados de manos para investigarlo. Si quitamos el freno legal, México podría liderar la investigación psicodélica mundial uniendo ciencia y tradición. Y lo más importante: acabaríamos con el estigma heredado de la Guerra contra las Drogas”, afirma Alejandra Ortiz Medrano (Guadalajara, 1984) en entrevista con WIRED.

La bióloga, doctora en Ecología Evolutiva, comunicadora científica y conductora del pódcast Mándarax, ha dedicado su último libro Un trip de ciencia psicodélica (Planeta, 2025) a desmenuzar la tensión entre lo que dice la evidencia y lo que dicta la ley.

“En diez años, ya no deberíamos estar debatiendo si tienen potencial, sino aplicándolos bajo una Ley General de Salud reformada. El futuro tiene que ser uno donde el usuario no sea juzgado, sino atendido con ciencia, no con moralina», sostiene.

En esta entrevista, Ortiz Medrano nos lleva más allá del hype y las luces neón del turismo psicodélico. Nos adentra en la «cualidad noética» de los viajes que cambian vidas, cuestiona la efectividad real de las microdosis — ¿es magia o es placebo? — y lanza una advertencia crítica sobre el lado oscuro de este boom: el extractivismo que amenaza a los pueblos originarios y a los ecosistemas.

Desde la prohibición impulsada por Nixon hasta la promesa de una medicina psiquiátrica revolucionaria, Alejandra nos invita a visualizar un futuro donde México deje de criminalizar su propia herencia y empiece a liderar la ciencia de la conciencia. Este no es un viaje de recreación; es un viaje de evidencia.

Esta entrevista ha sido ligeramente editada para mejorar su lectura.

WIRED: ¿Cuál fue la pieza de desinformación que te impulsó a escribir un libro entero sobre psicodélicos?

Alejandra Ortiz Medrano: Lo que me movió fue la contradicción: enterarme de que tienen un potencial terapéutico enorme y ver que existe una satanización que carece de sustento científico. Esa desinformación está incrustada en la Ley General de Salud y en la regulación internacional de la ONU, donde se afirma que «no tienen ningún potencial médico» y que son «un riesgo gravísimo para la salud pública». Hoy sabemos científicamente que ninguna de esas dos cosas es cierta. Para mí, divulgar ciencia es dar libertad: el conocimiento permite a la gente tomar mejores decisiones sobre su vida.

WIRED: ¿Cómo se intersectan los psicodélicos con las políticas públicas? Hubo un momento importante en los 60s y luego vino la criminalización.

Alejandra Ortiz Medrano: Los psicodélicos no eran ilegales cuando la cultura occidental los descubrió. El LSD aparece en el 38 y los hongos cobran fama en los 50s, cuando estos gringos van a Huautla de Jiménez. De hecho, el LSD se comercializaba como medicamento y se hacía muchísima investigación. El freno llega en los 70s con Nixon en Estados Unidos: el movimiento hippie, la contracultura y la postura antiguerra estaban muy ligados al uso de sustancias. Ahí comienza la prohibición política que luego escala a la ONU con el tratado del 71, al cual México se suma. Fue una decisión política, no científica, porque la evidencia de sus beneficios terapéuticos ya existía entonces.

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Esta información pertenece a su autor original y fue recopilada del sitio https://es.wired.com/articulos/los-psicodelicos-son-una-mina-de-oro-para-mexico-pero-los-cientificos-estan-atados-de-manos-para-investigarlos

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