China lanza su propia visa para talentos especializados al tiempo que Estados Unidos debilita la suya

Mientras el presidente Donald Trump dificulta la contratación de trabajadores extranjeros cualificados en Estados Unidos, el líder chino Xi Jinping intenta atraerlos. China lanzó oficialmente un nuevo programa de visados diseñado para facilitar que jóvenes profesionales y personas con títulos en ciencia y tecnología de las mejores universidades estudien y hagan negocios en el país.
Aunque todavía no se han dado a conocer muchos de los detalles del programa de visados K, las autoridades chinas han dicho que los solicitantes no tendrán que obtener una carta de invitación de una empresa concreta, lo que significa que el visado no está vinculado a empleadores individuales. Esto podría dar a los extranjeros flexibilidad para incorporarse a una empresa emergente en Shanghái o explorar distintas oportunidades en un centro tecnológico como Hangzhou.
¿Dulce o amarga noticia?
El programa se introdujo apenas unas semanas después de que la administración Trump anunciara una nueva tarifa de 100,000 dólares para las visas H-1B, de las que Silicon Valley ha dependido durante mucho tiempo para reclutar a los mejores talentos de ingeniería del extranjero. China pareciera está aprovechando el momento, posicionándose para atraer a científicos e investigadores destacados que ahora podrían quedarse fuera de Estados Unidos. Aunque este relato explica parte de la historia, el panorama completo es más complicado.
Las redes sociales chinas se han visto inundadas en los últimos días de comentarios airados sobre el visado K, en los que muchas personas expresan su preocupación por la posibilidad de que otorgue a los trabajadores extranjeros una ventaja sobre los licenciados nacionales en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Por un lado, estos temores son comprensibles: el visado se pone en marcha en un momento en que el desempleo juvenil aumenta en China y muchas personas con títulos universitarios tienen dificultades para encontrar un trabajo estable.
Pero, por otro lado, muchos de los comentarios sobre el programa estaban teñidos de retórica nacionalista y xenófoba. Chenchen Zhang, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Durham, señaló que algunas personas influyentes chinas estaban difundiendo teorías conspirativas según las cuales los indios planeaban utilizar el visado para emigrar en masa a China. «La cantidad de racismo es demencial», afirmó Zhang en un post de Bluesky.
La reacción fue lo suficientemente intensa como para provocar una respuesta en el Global Times, un tabloide estatal conocido por su sesgo nacionalista. El visado K muestra al mundo «una China más abierta y segura de sí misma en la nueva era», afirmaba el periódico. El artículo se esforzaba en subrayar que el programa es muy diferente del sistema H-1B de Estados Unidos: «El visado H-1B está ampliamente considerado como un visado de trabajo diseñado para satisfacer las necesidades de profesionales cualificados de las industrias estadounidenses. En cambio, el visado K de China está destinado a promover los intercambios y la cooperación entre jóvenes profesionales chinos y extranjeros de la ciencia y la tecnología», se leía en el artículo.
Equilibrio
En última instancia, Pekín intenta equilibrar dos valores contrapuestos que pueden llegar a definir a China en las próximas décadas: la apertura y la autosuficiencia. El país quiere atraer a los mejores talentos tecnológicos y científicos, y entiende claramente cómo iniciativas como el programa H-1B ayudaron a Estados Unidos a convertirse en una potencia tecnológica mundial. Probablemente esté especialmente interesado en atraer a investigadores especializados en áreas en las que China tiene carencias relativas, como el diseño de semiconductores.
Pero Pekín tampoco puede arriesgarse a parecer dependiente o servil a la experiencia extranjera. El país ha construido quizá la mayor y más sólida cantera de educación STEM (siglas en inglés para ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) del mundo, y no quiere que los graduados se sientan resentidos porque los extranjeros supuestamente les están quitando el trabajo.
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