La prueba portátil mexicana que democratizará el diagnóstico del VPH

A mediados de octubre, en un espacio habilitado dentro de la Facultad de Ciencias de la UNAM, algunas estudiantes comenzaron a realizarse una prueba que rompe con el modelo tradicional de detección del virus del papiloma humano (VPH). Al llegar recibieron un kit sencillo: un cepillito para autotoma y un instructivo. Entraron de una en una. No hubo intervención médica. Más tarde, cada muestra fue procesada por PCR.
Es un servicio abierto, económico y enfocado a la población universitaria y público general. También forma parte de un proceso más amplio, la validación de una tecnología desarrollada por el Laboratorio Nacional de Soluciones Biomiméticas para Diagnóstico y Terapia (Lansbiodyt), dirigido por Tatiana Fiordelisio.
El objetivo es demostrar que un sistema portátil de diagnóstico molecular, basado en principios equivalentes a una prueba PCR, puede funcionar fuera del laboratorio tradicional y acercar la detección del VPH a personas que históricamente no han tenido acceso.
La apuesta es relevante porque México enfrenta una brecha profunda en materia de diagnóstico. El cáncer cervicouterino, asociado al VPH, cobra la vida anualmente de unas 5,000 mujeres en el país. Más de 27 millones no se han hecho nunca una prueba de detección del virus. Los motivos son muchos: falta de infraestructura, altos costos, incomodidad con la prueba de Papanicolaou, estigmas sobre la sexualidad o experiencias de violencia ginecológica que inhiben la atención.
Para Fiordelisio, que ha estudiado durante años los procesos fisiológicos y hormonales, ese vacío diagnóstico es una de las razones por las que una enfermedad prevenible se detecta hasta etapas avanzadas, cuando ya hay poco qué hacer.
“El cáncer cervicouterino es 100% prevenible”, advierte la también doctora en Ciencias Biomédicas por el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM. La apuesta es por un dispositivo capaz de adaptarse a distintas necesidades clínicas “en la búsqueda por democratizar la salud en el país”.
El avance del proyecto, pensado para transformar el acceso al diagnóstico, ha llamado la atención de inversionistas que usualmente no financian ciencia profunda. Su apuesta hizo posible que la tecnología diera un paso poco común: dejar de ser un desarrollo interno de la UNAM y comenzar su transición hacia un desarrollo médico independiente que está cerca a comercializarse masivamente.
Todo empezó con una pregunta
Las innovaciones científicas nacen de responder preguntas y esa no fue la excepción en la tecnología que surgió del laboratorio de la doctora Fiordelisio.
Desde su mirada como biofísica y neuroendocrinóloga, le inquietaba una falla en el sistema de salud mexicano: las enfermedades se detectan tarde. Y al intentar buscar una salida, se empezó a preguntar: ¿Cómo acercar el diagnóstico a quienes no tienen acceso?
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