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En 1960 detectaron un sonido extraño bajo las aguas de la Antártida; el problema no es que sigue siendo un misterio: se está multiplicando

Los océanos de la tierra son un misterio tan grande que incluso sabemos menos de ellos que de marte. Una de las incógnitas más curiosas es la del extraño sonido captado en Pacífico. Este lleva repitiéndose desde 1960 en diferente regiones como Australia, Nueva Zelanda y la Antártida, pero nadie tiene una explicación.

Aunque hace poco más de 10 años se había vinculado con las ballenas minke antárticas (Balaenoptera bonaerensis), recientemente un grupo de investigadores detectó sonidos similares en áreas donde no se tenían avistamientos de cetáceos. El estudio, publicado en The Journal of the Acoustical Society of America ha dado lugar a una nueva teoría.

Bio-duck: los misteriosos sonidos del océano

Desde su primer registro en aguas antárticas mediante submarinos de clase Oberon, el misterioso sonido ha intrigado a los científicos. Este ruido es conocido como Bio-Duck, ya que es similar al graznido de un pato, pero mucho más grave, profundo y resonante. El sonido se ha repetido durante décadas a lo largo del Pacífico, e incluso se registró durante un análisis acústico en la Cuenca de Fiji Sur en 1982.

Durante años, el sonido continuó apareciendo en muchos otros enclaves. Al principio los investigadores usaron una antena acústica equipada con hidrófonos para rastrear su origen. El sistema permitió precisar la dirección del Bio-Dick y reveló información sobre diversas emisiones acústicas, entre las cuales estaban las de mamíferos marinos. Esto reforzó la teoría de que las ballenas minke antárticas eran las responsables de dichas emisiones.

Ballenas
Ballenas

Una pregunta sin respuesta

Pese a esta asociación los investigadores no saben si otros cetáceos también generan sonidos similares. En teoría, así debería ser después de descubrirse ruidos similares en otras áreas donde no se encuentran estas criaturas. Ross Chapman, experto en acústica oceánica de la Universidad de Victoria, ha estudiado este fenómeno desde 1986. El científico cree que el sonido tiene un origen biológico y es parte de un comportamiento organizado.

Como apunta Gizmodo, los análisis acústicos mostraron que los sonidos provienen de múltiples emisores. En estos análisis, las criaturas alternan entre «hablar» y «escuchar«, lo que sugiere un especie de diálogo entre ellas. Para Chapman, estos sonidos podrían ser utilizados para coordinar actividades, enseñar a la crías o compartir información sobre el entorno. Por desgracia, sin confirmación científica, el propósito de dichas interacciones aún es un misterio.

Lo único que tenemos claro es que este fenómeno nos demuestra que aún sabemos muy poco sobre la comunicación marina. También abre las puertas a futuras investigaciones que puedan desentrañar este diálogo. Por ahora, los científicos solo pueden seguir esforzándose por develar los secretos de la comunicación entre los cetáceos.

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